En un mundo de presos sin juicios en Guantánamo, vuelos clandestinos con secuestrados, guerras sucias por intereses económicos y estratégicos (Irán, Afganistán, Libia, Siria, etc.) es considerado terrorista por algunos y héroe por otros; cuando le preguntaron su oficio en el Tribunal parisino, él respondió que era un “revolucionario profesional”. Su nombre es Ilich Ramírez, mal llamado ‘El Chacal’, brazo armado de la revolución mundial, la causa palestina y el antiimperialismo.
El mito sobre Carlos El Chacal fue creado por los servicios de inteligencia de Estados Unidos, Inglaterra y Francia. Igualmente, Frederick Forsyth, autor de la novela El Día del Chacal, escribió un artículo en el Washington Post: «Carlos El Chacal Bluff or Bravado», donde dudaba de la mayoría de las acusaciones.
En los años 1980 la causa Palestina declinó y Carlos El Chacal empezó a sentirse cada vez más acorralado. Al final de 1980 pidió refugio a la URSS, pero le fue denegado. En 1992 fue expulsado de Siria y finalmente el gobierno de Sudán permitió a los agentes franceses trasladarlo clandestinamente a Francia. Fue el legendario terrorista, Philippe Rondot, general francés considerado «maestro de espías», quien le capturó (secuestró) en Sudán.
En la década de los setenta, Ilich Ramírez Sánchez, andaba por España bajo el nombre Carlos Evertz Fournier, tenía relaciones con Luis Figueroa y Pérez de Guzman III conde de Romanones y Grande de España, quien estaba casado con la espía Aline Griffith Dexter, reclutada por la Office of Strategic Services americana ( O.S.S.), el primer servicio de inteligencia de EE.UU y germen de la actual CIA. Según Aline: “Me mandó claveles rojos, un gesto amable, porque había venido aquí varias veces con papeles para mi marido. Luego le encontré en Málaga en una corrida de Antonio Ordóñez. A ambos nos gustaba”.
Años después la condesa, hizo correr el bulo de que ella estaba en Babia y que no se había enterado, para nada, de la verdadera identidad del Chacal, a pesar de que había frecuentado en varias ocasiones al matrimonio en Madrid y en la finca extremeña Pascualete, (reconocer públicamente una relación con El Chacal, podía tener consecuencias, mejor pasar por tonta y mal espía). De él dijo: «Todos le conocían como Carlos Evertz Fournier y a mí me llamó la atención su exquisita educación y su amabilidad. Era una persona que siempre estaba dispuesta a hacer favores a todo el mundo. Aunque luego nos enteramos de que continuamente iba armado».
Carlos Evertz Fournier estuvo en Jerez, según fuentes anónimas. Naturalmente se supone no vino a la ciudad por turismo. Jerez, desde la Segunda Guerra Mundial, es punto caliente del espionaje, lugar de encuentro y cierre de oscuros trapicheos.