TZILACATZIN: TERROR DE LOS ESPAÑOLES

Tzilacatzin era el nombre de ese valiente guerrero mexica-tlatelolca que de acuerdo con los relatos de la invasión española en el libro “Las lanzas rotas”, era heredero de los Quinametzin, gigantes de la mitología azteca que poblaron este mundo durante la era anterior a la Lluvia del Sol.

Este mítico héroe fue un personaje clave durante la lucha por la toma de Tenochtitlán al luchar contra los españoles en Tlaltelolco armado solo con su mazo, y a quienes hizo huir gracias a su descomunal fuerza.

Cuando los invasores y conquistadores de América llegaron a tierras mexicanas, precisamente a la gran Tenochtitlan, los hombres blancos que estaban alojados en las casas de los Mexicas desde hacía meses, produjeron una gran confusión en la ciudad indígena, ¡los visitantes atacaron al pueblo un 20 de mayo de 1520!

Los aztecas estaban en la plena celebración de Toxcatl en el templo mayor, es entonces cuando los hombres comandados por el célebre Pedro de Alvarado, lugarteniente de Hernán Cortés, a quien había dejado encargado en su ausencia de Tenochtitlan; deciden atacar y atacaron a traición a los aztecas.

Aquí la historia relata que aquellos hombres llegados de tierras lejanas del otro lado del mar, alertados por ver aquellos actos y celebraciones, creyeron que era una trampa planeada contra ellos por el Tlatoani Moctezuma y tomaron sus armas.

Los ritos oraciones y peticiones de los aztecas en plena festividad hacia sus dioses Tezcatlipoca y Huitzilopochtli, no lograron detener y salvar de la matanza a los Mexicas; flechas, espadas y mosquetes mancharon de sangre el suelo frente al templo mayor de la gran Tenochtitlan, ¡los invasores estaban sedientos de sangre y con espíritu de conquista!

La población azteca ante aquella atrocidad se rebeló en contra de su emperador, al ver la negligencia de este para atacar a sus huéspedes malvados, los crueles conquistadores españoles… la historia oficial narra que el emperador fue herido y derribado por una piedra en su cabeza, lo cual le causó la muerte. ¡Otros relatos y fuentes aseguran que fue asesinado por sus mismos huéspedes! Los conquistadores españoles.

El célebre y no bien recordado Pedro de Alvarado, estaba asombrado de lo que había visto en la batalla y de este nuevo y poderoso enemigo, en su interior sintió un enorme respeto por Tzilacatzin pero a la vez un odio inmenso hacia el, pues parecía invencible y alentaba a su ejército en contra de los conquistadores, jamás Pedro de Alvarado enfrentó de manera directa a Tzilacatzin , pero vio su coraje en la guerra desde la distancia.

Planeo que uno de sus navíos cruzará el lago hasta Tlatelolco en busca de Tzilacatzin quien del otro lado del lago les esperaba, tenía tres grandes piedras, una en su mano y las otras dos en su escudo, era piedras grandes, muy grandes, ¡con las cuales se construyen muros! Las lanzó a los españoles que iban en el bote, obligándoles a regresar.

No era la primera vez que Tzilacatzin lograba replegar al ejército español; ¡en su interior, el poderoso guerrero deseaba que la gran Tenochtitlan se mantuviese en pie, como las ciudades vecinas, y lucharán contra la horda española para mantener su libertad!

Se mantuvo… con heridas o sin ellas, enfermo unas veces, sanó otras más, con hambre y sin ella, durante los largos meses que duró la guerra hasta la inevitable caída del imperio mexica el día 13 de agosto de 1521…Tzilacatzin se llenó de una profunda tristeza, pues, los españoles tomaron su tierra con ayuda y traición de los Tlaxcaltecas y otros pueblos que se aliaron en una causa común contra ellos… en su mente decía, quizás se unieron junto a los españoles por el odio que le tenían al pueblo Mexica

Tzilacatzin después de esta terrible caída de lo que fue el imperio Mexica... este guerrero desapareció… jamás se supo más de él, pero dejó grabada, muy grabada su huella, la historia le da su lugar como el guerrero que jamás fue conquistado. Destrozó a los españoles con el espíritu de los guerreros aztecas que se inspiran en el águila y el jaguar…

FUENTE: Tomado del libro «LA CUERDA, historias de un impostor»