EL SUFÍ LOCO DE ARCOS DE LA FRONTERA

De hecho, pertenecía a la Hermandad Sarmoung, también conocida como el “Circulo interno de la humanidad”, que se originó en la antigua Babilonia alrededor del año 2500 antes de Cristo.

De alguna forma, su sabiduría y conocimientos despertaban muchas envidias entre sus detractores que no descansaban de levantar falsos testimonios y burlarse de él porque tenía la costumbre de pensar en voz alta. Le llamaban loco. Cuentan que fue encarcelado en una de las mazmorras de Arcos de la Frontera por difundir la geometría sagrada en el llamado “Circulo mágico” y el eneagrama. Para el hombre que es capaz de utilizar, el eneagrama y el Círculo mágico, hacen fútiles los libros y las bibliotecas. Todas las cosas pueden incluirse y leerse en el eneagrama y en el Círculo. Un hombre puede estar completamente solo en cualquier lugar, trazar el eneagrama y leer en él las leyes eternas del universo.

El eneagrama y el Círculo mágico, son diagramas esquemáticos de movimiento continuo, o sea, una máquina de movimiento perpetuo. Pero evidentemente es necesario saber cómo leer dichos diagramas. La comprensión de estos símbolos y la habilidad de utilizarlos le proporciona mucho poder al hombre. Se trata del movimiento continuo y también de la Piedra filosofal de los alquimistas.

Al místico Sufí, estando en prisión, sus seguidores le hicieron llegar el diseño de la cerradura de su celda en una alfombra de plegarias sobre la que oraba cinco veces al día. Al darse cuenta de que la alfombra de plegarias contenía el diseño de la cerradura de su celda, hizo un trato con sus carceleros para conseguir herramientas con las que hacer pequeños objetos, los cuales luego estos podían vender con beneficio. Mientras tanto, también utilizó las herramientas para hacerse una llave, y un día, con ayuda externa se fugó trasladándose en secreto a la Axarquía malagueña, en donde vivió hasta su muerte en una Rábita (ermita) en Canillas de Aceituno (La Cueva de los morabitos).

De alguna manera, la moraleja de la historia del “Sufí loco de Arcos de la Frontera”, es que comprender el diseño de la cerradura que nos mantiene presos puede ayudarnos a confeccionar la llave que puede abrirla.

Nos deja claro que a menudo no reconocemos lo limitada que es nuestra experiencia de la realidad; el hecho de que habitamos un mundo que nos confina de un modo innecesario.

Aunque no veamos barras y muros constriñéndonos, estamos realmente en la cárcel de la realidad holográfica mediante la que filtramos el mundo que nos rodea y las experiencias reales de nosotros mismos.