Lo que más me atrae de Jerez, es esa nada de lo cotidiano que es observar a su personal en sus cosas. Comprender el mecanismo que mueve a los jerezanos, en sus territorios de complicidad y conspiración que conservan el registro inmaterial de sus voces, y disputas, de amores, y mentiras, sueños, grandezas, y fracasos sin propina.
La imaginación en Jerez de la Frontera, es la puerta a otros mundos. Aquí se ordena y se templa la vida como si fuese el confesionario laico de aquel que viene a callar a gritos todo lo que sabe.
El misterio es una forma de vida cuando uno está abierto a ello.
Estamos tan llenos de ruidos que no llegamos al silencio blanco. Hay muchos intereses para que haya ruido y no silencio.
Miedo a la soledad.
La vida está repleta de curvas y adversidades. Cada uno de nosotros ha venido a la vida a hacer algo concreto que ha elegido. La vida es una batalla en el día a día para conocernos a nosotros mismos.
Estamos aquí de paso, esto es una casa de alquiler.
Jerez de la Frontera, es tierra que tiene magia, misterio y leyenda.
Jerez guarda muchos misterios que se suceden o están sucediendo en nuestro tiempo. El misterio se encuentra andando en Jerez de la Frontera, desde tiempos remotos. Lo hallamos en edificios oficiales y parques, más construcciones o edificaciones religiosas con apariciones y sucesos insólitos.
Pasos donde no hay nadie, gente que cuando va caminando nota que le susurran en el oído, incluso puertas que se abren o se cierran solas, desplazamientos de objetos, cuadros que salen despedidos, manos que empujan, y en especial lo que más asombra son las apariciones extrañas.
Un abanico de fenómenos. Un hecho del pasado que convierte un lugar en detonante de hechos paranormales.
El arquetipo puede ser el de “Las siete niñas”, jóvenes que tenían un especial apego al “Altillo”, hoy “Jardín Escénico el Altillo”, ellas han quedado ancladas ahí. ‘El Altillo’ siempre fue un conjunto de misterio, ambición, envidia, curiosidad y extrañas casualidades.
En un ambiente de educación victoriana, severa, crecieron las siete niñas. Las murmuraciones sobre su peculiar tipo de vida se extendían por todo Jerez, ‘Las niñas de El Altillo’: que no las dejaban casarse, que tenían una madre siempre enferma, que no salían nunca, que eran muy raras…
La rígida educación que les impartió la institutriz inglesa Mary Agness Byrne, la nanny Birne, muy celosa y preocupada por el comportamiento sexual de las niñas, que prohibía hasta cogerse del brazo a las hermanas
Una institutriz que camina errante, y ellas mismas.
Cuando los testigos de las apariciones han podido acceder a las imágenes de las hermanas, se dan cuenta que esas personas jóvenes son idénticas a las que vieron.
Es un sitio en donde lo imposible se puede manifestar en cualquier momento.
En el “Jardín Escénico el Altillo”, la fenomenología es repetitiva y similar a otros lugares, sensaciones, oír pasos detrás de ti, ruidos, voces, luces que se apagan solas, puertas que estando cerradas incluso con llave se abren, desaparición de objetos que aparecen en otro momento, saltan las alarmas solas, presencias de personas caminando.
Se presentan no solo a los trabajadores, sino a los visitantes. Los testigos principales son personas que por motivo de trabajo están ahí.
Jerez de la Frontera es una localidad muy fervorosa, con fenómenos religiosos, con lugares muy llamativos. Es una tierra llena de misterios. Hay muchas historias.
En él hay una especie de Santa Campaña a la jerezana, una extraña procesión de muertos que recorre algunas calles de la parte antigua de madrugada, personajes de negro, de luto, con grandes velones.
Si te cruzas con esta procesión y no quieres fallecer o tener un accidente, lo que debes de hacer es no mirarles jamás a los ojos de esos personajes, y mucho menos cortarles el paso, lo mejor que se puede hacer es arrodillarte y rezar.
Las gentes mayores son las que dicen haberla visto, no en fechas concretas. En cualquier momento del año, sobre todo de madrugada. Se ha aparecido mayoritariamente en el pasado.
Todos en Jerez de la Frontera, tienen, saben, o han escuchado una historia que contar, pero pocos se atreven: “Capilla de la Yedra. Cruz de las Lealas. San Juan de los Caballeros. La Plazuela, «El Recreo de las cadenas». Iglesia de San Lucas. Callejón de los Negros. El arco de la Calle Ancha. Calle Muro. Colegio La Salle en Alameda Cristina. Iglesia de la Victoria, Casa del Cristo en la Calle del Pollo, Calle Caballeros, en los estudios de radio y televisión de Onda Jerez, la zona de las Torres de Córdoba, Casa de la Mujer, en la calle Liebre, Museo arqueológico, La Catedral, El Rincón Malillo”. Y otros más.