En 1766 se reparaba el muro de la parroquia calzándolo con piedras de las canteras de Vallejas, encontrándose entonces el ara votiva que luce hoy en el atrio de la parroquia de Santa María. También se descubrieron dos capiteles corintios que, hasta 1962, estuvieron al pie del muro y salientes a la pavimentación de la calle, los que se colocaron, aquel año, una en la esquina de Pesas del Reloj con Marqués de Torre Soto y el otro sirve, desde entonces, de base para la imagen de Nuestra Señora de la Antigua o de Belén, en la capilla del Bautismo de la parroquia.
Los símbolos hablan y se transmiten según el grado de desarrollo espiritual del individuo. Bajo la apariencia visible se penetra la esencia de los seres y de las cosas. La escultura arquitectónica llena todo el espacio que le está destinado sin preocuparse de las proporciones reales; los capiteles forman a menudo una serie y deben ser descifrados de norte a sur en el sentido de las agujas del reloj, pues están ordenados de tal modo que su emplazamiento preciso juegue con la luz y las sombras.
El símbolo, lenguaje mudo, define el edificio religioso, sometido a la ley de lo ternario. En realidad se trata de una compleja red de influencias, tradiciones y costumbres en la que el pasado se incorpora al presente y cada detalle tiene su importancia. Los signos se multiplican e invaden todo el espacio.
El concepto de los dos pilares de pie en las puertas de lugares sagrados se remonta a las antiguas civilizaciones (algunos dicen de la Atlántida, la fuente pérdida del conocimiento Hermético).
Vigilan las puertas de entrada a los lugares santos y los reinos misteriosos. Marcan el paso hacia lo desconocido y el otro mundo.
El acto de atravesar o pasar por pilares, representa simbólicamente la transformación o el inicio, «los constructores intentan, en la realización arquitectónica, la plasmación de su ocultismo, porque en la Edad Media el edificio no era una simple estructura funcional, respondía a una función, sí, pero en otro sentido. Modelar la materia, trabajarla y proporcionarle una forma determinada, era algo más profundo, iba más allá del trabajo técnico, porque el fin de la materia no era representar o albergar a la divinidad para invocarla, sino que era realmente un medio por el que la divinidad se expresaba. Siendo pues una cualidad de la materia el albergar en su seno a la divinidad, a la Idea superior, trabajarla adecuadamente era hacerla expresiva permitiendo de este modo que lo divino superior pudiera comunicarse a través de ella, dar un mensaje a los hombres».
La palabra COLUMNA viene de la lengua latina “COLUMNA”, voz que se refiere a un Pilar de diferentes formas, estructura y tamaño.
Las “dos” columnas del Templo del Rey Salomón, al igual que en los antiguos templos, estaban ubicadas en la entrada, no eran “portantes”, no sostenían nada, no tenían utilidad práctica, la columna «B» era hueca, de bronce y adentro se guardaban los tesoros del templo; las herramientas de trabajo, Se podría aceptar que las columnas constituían en sí mismas un depósito, pero si este fuera el objetivo principal, hubiera podido cumplirse con simples cajones y además, no precisamente a la entrada del Templo.
Son columnas de un pacto entre el cielo y la tierra, simbolismo netamente esotérico.
La cesta del capitel, fundamentalmente, es vehículo de comunicación entre la doctrina oficial del momento y los hombres a quienes va destinado el mensaje. También los ábacos ofrecen soporte a decoración tanto vegetal como figurada. Mensajes que se adaptarán a su forma según la ley de la adecuación al marco a la vez que cumplirán la ley de simetría, originando formas de gran belleza plástica.
Los pilares o columnas en Arcos de la Frontera son verdaderas páginas escritas en la piedra a través de las cuales el hombre toma conciencia del Antiguo y Nuevo Testamento, de los tormentos que le aguardan si no sigue la ortodoxia, y de todo un mundo de imaginario seres monstruosos que le acechan dispuestos a atormentarlo.
EL PILAR INVERTIDO, SÍMBOLO ESOTERISTA OCULTISTA EN ARCOS DE LA FRONTERA
Podemos pasar la vida ignorándolos o abrir nuestros ojos a las verdades profundas inherentes a buena parte de lo que nos rodea.
Vivamos donde vivamos estamos rodeados de símbolos… si estamos dispuestos a verlos.
Una columna invertida en el cruce calle San Pedro con Juan de Cuenca, simboliza el desarrollo espiritual, mediante el cual un individuo se vuelve más consciente de la grandeza y totalidad de la vida y la espiritualidad.
En diversas escuelas iniciáticas, conservadoras de los grandes misterios, como los rosacruces y masones, se les confiere importantes cualidades a las columnas invertidas. En Arcos de la Frontera nos señalan sitios claves y emiten un mensaje con enigma que espera ser descifrado.
No es casualidad que esté situado en el emplazamiento en que se encuentra.
Algunos dicen asegurar (los menos), que si se dan tres golpes leves con la cabeza (la frente), se puede escuchar (recibir) un “algo”.