EL PATIO DE LOS LOCOS

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Los alfaqueques actuaban conforme a un código de conducta que les exigía un buen conocimiento de los idiomas (castellano y árabe), también lealtad, fiabilidad, honestidad profesional, y recursos económicos suficientes para evitar sobornos y corruptelas.
La palabreja Alfaqueque, de la voz “alfaqueque o alfaquí” procede del árabe al-fakkâk. Significa literalmente “redentor de cautivos” y designaba a aquel cuyo oficio era redimir cautivos y negociar los rescates.

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La orden de los mercedarios ejerció de alfaqueque en Jerez de la Frontera, fundando el convento de la Merced. Con la desamortización de Mendizábal, el convento pasa a ser hospital municipal, siguiendo la iglesia abierta como capilla adjunta al hospital. Posteriormente, el hospital municipal, clausurado en 1975, pasaría a ser el instituto de enseñanza secundaria: Santa Isabel de Hungría.

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En sus primeros años de funcionamiento murieron miles de personas en el hospital, en una época en la que distintas pestes y epidemias asolaron Jerez de la Frontera. El número de cadáveres era tan elevado que muchos de ellos tuvieron que ser enterrados en el subsuelo del propio centro hospitalario. Este hecho hizo que durante el siglo XIX surgiesen historias sobre fantasmas que subían por las noches a las habitaciones de algunos enfermos para anunciarles que su muerte estaba próxima.
Los mercedarios aparecen en la fachada del templo con cadenas, un cuchillo en el cuello o candado en la boca. Es el arte de producir miedo.

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El llamado Patio de los Locos es inquietante, un espacio que se ha convertido en un clásico de las investigaciones paranormales. Se llama Patio de los Locos porque fue destinado a guardar a los enfermos mentales, en donde también estaba la morgue. En las ventanas que asoman al patio se suelen ver extrañas figuras que los docentes del instituto de enseñanza secundaria se apresuran a negar su existencia para no enturbiar la convivencia de los estudiantes.

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Ya no hay locos en el “Patio de los Locos”, ni manicomios en Jerez. A los “locos ” mal llamados “cuerdos”, se nos puede ver en las terrazas y bares de la ciudad, por ejemplo en La Moderna alternando con extraterrestres extraviados, o en el Bar Tabanco de la Plaza Rivero camuflados entre capillitas cofrades. También de clientes fijos en la antigua peña flamenca Los More, actualmente reconvertida en logia satánica de sus majestades rockeras, toda una locura de moteros melómanos, artistas y polis infiltrados.

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