Todos somos agnósticos, porque nada sabemos, pero todos somos creyentes, incluso los ateos. Me gusta todo lo habido y por haber, algo menos la beatería de golpe de pecho, y más aún detesto la sensiblería. Reconozco que de vez en cuando algunas personas necesitan ir a la iglesia, supongo que a aliviarse, a sentir eso que se puede recibir en un templo, cierto sociego, serenidad, paz. Es una necesidad reconfortante.
El arte religioso retrata la vida desde dentro, es una forma única de explorar el interior de la psicología humana. La evolución de los personajes religiosos a lo largo del tiempo nos permite ampliar nuestro conocimiento de la naturaleza humana.
En el año 1574, y en el barrio de intramuros de San Marcos, se instaló el Convento de la Compañía de Jesús en Jerez. Levantó una edificación conventual, de estilo barroco, con una fachada de columnas repujada y azulejos.
En el tímpano de la fachada de la iglesia del Antiguo Convento de la Compañía de Jesús, hoy Sala Compañía, hay tres santos japoneses: Pablo Miki, Santiago Kisai y Juan Soan de Gotó. Los tres sufrieron martirio el 5 de febrero de 1597.