Vivimos en un mundo muy ateo y la religiosidad que hay es de poco fundamento, de poco calado, de poca hondura. La Semana Santa en Jerez de la Frontera, no es totalmente un fenómeno religioso, sino una mezcolanza de tradición, rito e idolatría, que es la manera sincera en que los jerezanos creen en su fe verdadera.
Decía el padre Repetto, que en la Semana Santa de Jerez, solo hay dos procesiones realmente y el resto es un «ventilar a los santos». Para este cura, que no tiene pelos en la lengua, en la Semana Santa de Jerez hay dos o tres procesiones de verdad, las demás son sacar a los santos a ventilar, y que procesión, procesión es la que hace Amor y Sacrificio, con todo el mundo rezando, todo el mundo en penitencia. Y eso es nada menos que el capítulo 7 del ritual romano, donde se explica qué es una procesión, un tiempo de oración, no de cachondeo.
(Palio de la la Virgen del Mayor Dolor)
La verdad es que por estas tierras se han paseado en parihuela a todos los dioses del planeta, se paseaba a Astarté, a Juno, a Orfeo… El pueblo jerezano ha sido muy de pasear a sus dioses. Ahora mismo hace ni más ni menos que lo mismo. Oponerse a eso es oponerse a su concepto de religión. No se entendería de otra manera.
En Jerez de la Frontera, el Barroco toma las calles en un ambiente lúdico del acontecimiento, que se mezcla con la fe estremecedora de muchos, y una música bella de fondo, como las saetas. Al hablar de Semana Santa jerezana debemos mencionar obligatoriamente a esa figura singular conocida como “capillita”. A quienes se les define de frikis de la Semana Santa. El término capillita no es despectivo, es una manera de vida, un sentimiento.
En la Semana Santa jerezana, como tal, es una manifestación única en su género, en donde caben todos.