La provincia de Cádiz siempre ha sido una referencia en la historia de la Masonería española, tanto por su cantidad de logias como por su número de integrantes. Al estar situada en el punto de encuentro de rutas marítimas de tres continentes, Cádiz fue un lugar propicio para que se produjera un intenso intercambio de ideas. Desde el Siglo de Oro gaditano (s. XVIII) hasta hoy, la presencia de la Masonería ha estado constante, excepto durante los paréntesis represivos absolutistas o dictatoriales.
La masonería nació en la Sierra de Cádiz a finales del siglo XIX, y en esta es un fenómeno mal conocido que respondía a la actividad de una elite de clase media ilustrada motivada por una finalidad de regeneración social y promoción cultural, en función de principios de filosofía racionalista y de fraternidad universal y estructurado en “logias” federadas.
Un sector de la burguesía ilustrada, halló en la masonería una vía de participación política de carácter democrático y progresista, intermedia entre la fuerte estructura caciquil de la época y el movimiento obrero anarquista.
Desde el año 1880, masones de localidades de la Sierra de Cádiz como Alcalá del Valle, Algodonales, Arcos, Benaocaz, El Bosque, El Gastor, Grazalema, Olvera, Prado del Rey, Puerto Serrano, Setenil, Ubrique, Villaluenga y Villamartín se integraron en la logia “Fiat Lux”.
En la misma época se constituyeron otras logias en la comarca. Eran: “Fraternidad”, de Bornos; “Luz Clara”, de Algar, y “Arcóbriga” e “Hijos de Arcóbriga”, de Arcos de la Frontera.
Fuente: «Papeles de Historia» y otros