Poco a poco la Capilla de la Encarnación va desvelando sus secretos guardados, cubiertos por el tiempo, bajo las telarañas y el polvo del olvido de su interpretación.
«NON EST HIC ALIVD NISI DOMVS DEI ET PORTA COELI» G(EN.) X(XV)II(I)
«No hay aquí otra cosa que la casa de Dios y la puerta del cielo» Génesis, XXVIII
Como podemos observar se trata de una cita del Génesis (cap. XXVIII, ver. 17): ya así lo indica la inscripción con la «G» que hay al final y los números romanos que quedan aún.
En la transcripción se ha puesto entre paréntesis aquello que supone habría originalmente pero que ya se ha perdido por el deterioro.
Para Fco. José Morales Bernal, persona que ha hecho la traducción, todavía se adivina la línea de la primera X, y el último I del número. También puede verse un signo parecido a un apóstrofo que sirve para indicar la separación de palabras.
Una puerta espiritual se encuentra en Génesis 28:10-17 y se refiere a menudo como «la escalera de Jacob.» Mientras Jacob viajaba de Beer-seba hasta Harán, y se acostó a dormir una noche y vio una escalera espiritual en un soñar con los ángeles de Dios que suben y descienden hacia y desde el cielo y la tierra. Después de despertar, Jacob exclamó que se trataba de una puerta del cielo (Gen. 28:17).
Satanás, como sabemos, imita y pervierte las cosas de Dios y por lo tanto tiene sus propias puertas de enlace (demoníaca). Estas pasarelas, conocidos como «lugares altos» o lugares de adoración de ídolos en el Antiguo Testamento, son puertas de lo demoníaco y lugares tanto de la actividad demoníaca y la influencia demoníaca.
Si nos ceñimos al esoterismo, quizás tan terrorífica entidad, sólo sea una manera de recordarle al iniciado, que antes de llegar a la iluminación es preciso pasar por «la noche oscura» un estado descrito en pocas ocasiones, cuando Dios abandona el alma del adepto a merced de las fuerzas malignas, donde se siente un desasosiego inmensurable. Estado que puede durar horas o días, pero que una vez superado, prepara el espíritu para recibir la luz divina, que no es exclusiva de ningún credo ni religión en particular, sino el sentimiento del Uno con el Universo.
Jacob, tras tener la visión de la escalera que llegaba hasta el cielo por la que subían y bajaban ángeles cuando dormía apoyado en la piedra–roca sagrada del monte Moriah de Jerusalén, exclamó “este es un lugar terrible, no es sino la casa de Dios y la puerta del cielo” (Génesis: 28,17).
La casa de Dios y su puerta forman parte del mismo edificio; la casa de Dios es la piedra, el betel, sobre la que se edifica la Obra y es la puerta de entrada que permite la conexión, la participación y la vivencia del saber divino, que los ángeles enseñaron a los hombres, y que es la ciencia que reproduce el orden de las leyes celestiales, de las formas de creación naturales, del comportamiento del Principio creador de todo cuanto existe.
El descubrimiento y el conocimiento de esta piedra, del betel, del mercurio de los sabios alquimistas, supone la introducción en el mundo hermético que se rige por las leyes emanadas de un principio divino. Es nuestra entrada o puerta del cielo.
La piedra es el principio femenino, material, de la Creación; por eso en la antigüedad se le denominó como Diosa Madre y el cristianismo la asimiló como la Virgen María.
Hasta cuando estuvo abierto el convento de la encarnación? Me gustaría saberlo. gracias.
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