Todas las vidas son únicas. Su interés para el lector ha dependido siempre de cómo estén contadas. Hay vidas muy domésticas, recogidas, felices, que nos transmiten el sabor cotidiano de una época. Qué delicioso es eso. Hay biografías convulsas y, desde luego, eso les añade un atractivo literario. Pero el asunto es que nos acostumbremos a sentirnos interesados solo por lo cruel o lo escandaloso, porque por el camino nos olvidamos de esas otras vidas menos torturadas. Las felices, incrustadas en el cotidiano día a día.
Un grupo de niños marianistas le han visitado en su librería de segunda mano, ellos dicen de él: “Chencho es una persona con mucha imaginación, muy divertido, simpático y gracioso. Nació en 1965, el 23 de junio, en la ciudad de Cádiz. Escribe libros, le encanta dibujar y sobre todo, su trabajo. Tiene una barba negra y blanca muy larga, como una jungla que se la toca al pensar en plan sabio. El pelo muy corto. Un poquito calvo. Las orejas sobresalientes, parecidas a las de un gnomo. Sujeta un grano en la nariz a igual de una bruja. Su fantasía le dice ser un unicornio con el cuerno arrancado. Largo como una jirafa. Regordete. Parece un gigante terrorífico. Con la voz grave, de avestruz, de león, muy ronca. La imaginación le hace creer que tiene los ojos azules como el cielo, pero son marrones. Come televisores por eso nunca ve la tele.
Lleva anillo de plata. Atesora un perro que se llama “PP”, dos gatos:  “R” y “QQ” y, varios pájaros, más una librería de segunda mano: “Planeta ZOCAr”, en Jerez de la Frontera, que desde fuera parece pequeña. Es muy bonita y grande con muchas salas llenas de libros…”.