LA GRAN FIESTA QUE SE ESFUMÓ EN JEREZ DE LA FRONTERA

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Hubo un tiempo que con la llegada de la vendimia, la mitad de su población se lanzaba a las cepas a cortar uva. Numerosas familias contaban con la uva de Jerez como uno de sus principales ingresos del año. Jerez vivía la vendimia en pleno. Los más de 7.000 empleados de bodegas trabajaban como nunca recibiendo el mosto. La vendimia era mucho sudor, pero era también fiesta. Jerez en vendimia vivía dos semanas especiales y eso se reflejaba en la celebración. La ciudad olía a vino porque el vino corría por la calle.

Dice Pedro Ingelmo en la revista de historia de Jerez: Manifiesto, que los bodegueros organizaron un sarao a cuenta de la vendimia, con eventos como el nombramiento de la reina de la vendimia, santificación del primer vino, concursos de trabajos tradicionales y una feria con la que atraían a compradores, a los que trataban a cuerpo de rey. Cuando los devuelven a su lugar de origen macerados en fino, se habían hecho ya con algunos buenos pedidos.
De repente salió el sol por Antequera y en Jerez sobra todo. Sobran viñas, sobran trabajadores, sobran jornaleros y, por supuesto, también sobran bodegas. Fue un cataclismo que estalló en la virulenta huelga de la Vid del 91.

Después de aquello ya no hay cuerpo para fiestas. Hoy día tan solo quedan un concurso de relatos breves y una simbólica pisa de la uva en el reducto de la Catedral, un rito que ha perdido casi toda su relevancia porque Jerez ya no vive de las bodegas. Esos tiempos de gran vendimia y fiesta se fueron. Entre todos la mataron y ella sola se murió.

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FUENTE: Pedro Ingelmo, Revista de Historia de Jerez, Manifiesto, otros

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