El primer ser humano, según La Biblia, fue creado por Dios del barro, luego, y un poco más tarde le dio la franquicia a Fernando G. Durán quien estableció su alfar (Obrador de alfarero), en Jerez de la Frontera, a donde la finlandesa.
Susanna Suovalkama ha llegado con un Luonnotar escondido en su equipaje (Luonnotar, espíritu de la naturaleza, creadora femenina).
En Finlandia existe Menninkäinen, un espíritu mágico, un gnomo. Los elfos (álfar) durante la época escandinava estaban divididos en dos categorías: por un lado los álfar de luz, que habitaban en el cielo, y los álfar oscuros (o de color negro), que vivían bajo la tierra o en montículos y tumbas. Con el paso del tiempo su imagen fue depreciándose hasta caer prácticamente en el olvido la concepción del elfo como una persona alta y hermosa, sustituyéndose por la imagen de criatura pequeña y revoltosa.
Álfar, es el elfo en la mitología nórdica. Cada año, a finales del otoño, se les realizaba una ceremonia de carácter sacrificial, el álfablót.

Se dice, muy acertadamente, que la cerámica está de moda: “reina en las mesas de los restaurantes finolis, también en museos, galerías”. Hay un resurgimiento del interés por la cerámica, es una buena inversión.
La alumna aventajada de Fernando, le ha engatusado y sonsacado con artimañas femeninas nórdicas todos sus secretos de la alfarería milenaria andaluza. Susanna Suovalkama Punkaharju expondrá muy pronto en el Museo Arqueológico de Jerez su brujería con el barro (agosto 2017).