Las ovejas negras estarán sueltas, y sin pastor, cantando villancicos punk estas navidades jerezanas. Siempre me han gustado sus notas y letras duras que salen de dentro, como los cantos tribales o el cante jondo. Echan baba y mal aliento al sistema que les ha tocado vivir. Los beneficios sociales de beber con ellos en colectividad superan los desastres individuales que puedan precipitar.
Sin los punk, rockeros de toda clase y variada pelambre, es un poco enloquecedor, pero no sabría vivir de otra manera; envidio la capacidad del maestro zen que va al mismo curro cada mañana durante treinta años y vuelve a la misma casa cada tarde; la envidio y me aterra.
Con la golfería punk, podrían llenar las iglesias en la misa de Gallo. Quedan muy pocas iglesias en Jerez, en las que se diga la misa del Gallo a las 12 de la noche. Eso de andar como alma en pena en los grandes almacenes, buscando la felicidad, durante estas fiestas, hace que nadie tenga una pajolera idea de la figura del galileo es.
Los punks de Jerez son como un corcho, se les puede sumergir un poquito pero nunca se llegan a ahogar. Me recuerdan el café; a veces fuerte, a veces dulce, a veces solo y otros acompañados, pero nunca están fríos.
La Sala Paúl, La guarida del Ángel, El Nilo, son agenda obligada para el buen pasar estas fiestas en los jereles.
Pero mira como beben los peces en el río
Pero mira como beben por ver al dios nacido
Beben y beben y vuelven a beber