De alguna manera, lo que más temen los “Viajeros del tiempo”, es caer en manos de los psicópatas de la ciencia y los sicarios (Fuerzas de seguridad e inteligencia) que trabajan para la industria armamentista y farmacéutica. Tanto los científicos como las agencias gubernamentales están en la búsqueda de cualquier persona que pueda interferir en el espacio-tiempo ya que les reportarían pingues beneficios.
Sencillamente, los viajeros del tiempo deben de ser muy prudentes, muy cuidadosos de no llamar la atención sobre sí mismos, para no ser localizados por la ciencia o por los gobiernos. Serian sometidos a un “desguace” de su cuerpo y cerebro.
A pesar de que hoy en día tenemos la capacidad de controlar las tres primeras dimensiones (altura, ancho y profundidad), no poseemos la disposición tecnológica de navegar, manipular o controlar el tiempo (según la física, es una dimensión igual a las otras). Para los seres humanos del s. XXI, el tiempo parece ser una calle de sentido único con un límite de velocidad bastante estricto.
En este tipo de cosas, si dominamos el tiempo y podemos viajar por él (+/- en el año 2050), encontraremos múltiples y sorprendentes posibilidades. Para Grasse Tyson, el tiempo es una dimensión que nos esclaviza a los humanos como prisioneros de nuestro presente.
Stephen Hawking, sugiere formas de viajar en el tiempo a través de un vórtice, una figura central en la física teórica que representa cuantitativamente un punto en el espacio-tiempo que se conecta con otro. Si tuviéramos que encontrar una manera de ingresar a un vórtice, podríamos crear un túnel entre dos puntos en el espacio-tiempo.
No tiene explicación razonable dentro de la cotidianidad. Aunque sucedió. Durante el transcurso del año 2020, un viajero del tiempo arribó del futuro a Cádiz. Traía como misión, recuperar el Mapa Geográfico de América Meridional, obra de Juan de la Cruz Cano y Olmedilla (1734-1790) y contenido secreto (Código geográfico) contemplado dentro de la expulsión de los jesuitas, encriptado en ocho planchas de cobre que fueron necesarias para imprimir el plano de América del Sur a escala 1/5.000.000. Plano del que misteriosamente se prohibió su reproducción con el pretexto de “mala calidad”, sumergiéndolo en un aparente y sospechoso abandono.
Durante su misión, el viajero del tiempo en Cádiz tuvo problemas técnicos que se agravaron con la falta de movilidad en la provincia gaditana por causa de una pandemia (Covi-19) que mantuvo confinada a la población.
Digámoslo así, sin entrar en muchos detalles , la recuperación (salvamento) del náufrago se efectuó a través de coordenadas de localización marcadas en el interior del Parque Natural de Doñana, después de un fallido intento en el Parque de los Torruños (Puerto de Santa María). Al Parque de Doñana llegó el viajero con la asistencia de algunos voluntarios que le sacaron de Cádiz en bote de pesca y la ayuda inestimable de un cazador furtivo de Sanlúcar de Barrameda, muy conocedor del propio parque que le acercó al punto de rescate por los suyos.