MISTICISMO RELIGIOSO SOBRE PATINES

En la década de los 70, unos jóvenes rodeados de un ambiente deprimente, en los suburbios de la ciudad de Los Ángeles, se agarran a lo único que les hace disfrutar, el skateboard. Surfean por las calles y patinan en piscinas vacías, se hacen llamar “Lords of Dogtown” (Los amos de Dogtown).
Skater o skateboarder, en español patinador, se denominan a los individuos que practican el deporte del skateboarding. Como tal, los skaters han pasado a convertirse, a partir de finales del siglo XX, en una especie de subcultura o tribu urbana.

El skateboarding es un deporte que consiste en la habilidad para deslizarse sobre una tabla con ruedas mientras se realizan trucos, figuras y piruetas de gran complejidad. El skateboard, es una “filosofía” que nos traslada a la esencia más pura del ser, el movimiento y la libertad para ejercerlo. La motivación y el ansia que tiene el ser humano por deslizarse, por sentirse un ave sin alas y por esa ley física que nos dice “toda acción provoca una reacción y sin ella no hay movimiento”.
Una lucha personal y social en la que los jóvenes buscan un hueco donde lo único que quieren es encontrar era la autorrealización, a base de trucos increíbles y maniobras imposibles encima de sus monopatines.

Verlos sobre sus tablas con ruedas, da envidia sana, esa envidia de saber que lo que allí se ve desafía todas las leyes, incluida la de la gravedad. Su único límite es llegar a tocar el cielo. Una escena (moda) totalmente underground de México trasladada directamente al Centro Skate-Park Chapín de Jerez de la Frontera, con toda una mercadotecnia detrás que genera pingues beneficios. Lo religioso siempre vende. ¡Hasta calcetines!

El logo de la virgen de Guadalupe, da un toque muy “chulo” ¡Protege en todas las proezas sobre el monopatín!