La traición de Judas – Pelayo Quintero Atauri, sus secretos ocultos: La Dama de Cádiz y La ciudad subterránea de Prado del Rey

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Hallándome en la Stockholm Biblioteck, durante el tiempo que era estudiante en esta capital escandinava (Estocolmo- Suecia), fue cuando me topé por primera vez con “Tres versiones de Judas”, el libro de  Jorge Luis Borges. La segunda sucedió ahora ya hace unos cuantos años, estando en el Palacio del Márquez  de Beniel (Vélez Málaga), curioseando el legado de la filósofa malagueña María Zambrano, dentro de un falso libro encontré un estuche y, en el interior de este unas preciosas cartas de Tarot italianas, las mismas que el celo desproporcionado de la Fundación cultural que lleva el nombre de la ilustre pensadora no da difusión alguna y mas bien se decanta por ocultarlas, desconociendo la Fundación que al Tarot la filósofa se ha acercado por múltiples y diferentes motivos, por ejemplo la simbología y el ritmo que hay en el mismo, sin necesariamente entrar en cuestiones “adivinatorias” que puedan herir los prejuicios soterrados o mojigatos en ojos “impolutos” de algunos investigadores “puristas” y carcamales.
En aquel momento, acompañando las cartas había una nota de puño y letra, en la cual se podía leer muy bien el título y autor de una obra que recordé un poco después, era la misma anteriormente nombrada aquí de Borges, publicada en el año 1944.
La tercera vez (siempre hay una tercera), aconteció tan solo hace unos meses ojeando  los papeles particulares de Pelayo Quintero Atauri estando en Tarifa, lugar al que había acudido con el propósito de ver, de primera mano, la documentación secreta del arqueólogo dejada en Marruecos durante su estancia en este maravilloso y atractivo país, papeles de los que tan solo tenía yo un tenue y vago conocimiento.

Los legajos, apuntes, mapas, planos y dibujos, fueron enseñados tanto a mí como a otras tres o cuatro personas que en el chalet nos encontrábamos por un hombre marroquí culto y elegante con el propósito de su venta. Nos los exhibía bajo la condición de no ser fotografiados, y no poder tomarse ninguna clase de apuntes de los mismos. El precio de salida del trato económico de los papeles de Pelayo Quintero Atauri estaba muy lejos, años luz  de mis posibilidades reales económicas, por lo que me dediqué a devorar visualmente todo aquello que tenía delante de mí intentando fijar en la memoria lo mas codiciado, no siendo otro que la “Dama de Cádiz” (sarcófago femenino) y la “Ciudadela subterránea de Prado del Rey” (Cádiz), aunque naturalmente no pude pasar por alto apuntes que bien llamaron mi atención.
Parece ser, según las notas de Pelayo Quintero Atauri, este tuvo que alejarse precipitadamente de Cádiz por obligación forzada en el año de 1939 a la edad de setenta y dos años,  a la ciudad de Tetuán en Marruecos, repartiendo un poco antes parte de su extensa biblioteca en sitios claves culturales de Cádiz, encomendando esta labor a su amanuense. Algunas de las obras de Pelayo Quintero Atauri fueron redireccionadas al Casino Gaditano e igualmente a otros santuarios  sociales-culturales de aquel entonces, aunque por ser de carácter prohibidas y censuradas por el régimen político dictatorial, su clasificación de entrada y difusión se prefirió mantenerla oculta entre los fondos de la biblioteca para evitar dolores de cabeza en un mundo de misa, mantilla, rosario y fusilamientos. Muchos de los libros se perdieron por el camino o después de su llegada a destino. Por esta biblioteca, la del Casino Gaditano, debió de andar la obra de Borges, primera edición, beneficio que gozó Pelayo Quintero Atauri por su buena relación con las gentes del otro lado del charco, llegando a ser cónsul o vicecónsul de Colombia en Cádiz.

No nos extraña que el Casino Gaditano fuera escogido por Pelayo Quintero Atauri, recordemos para el que no lo sabe, este se construyó en el siglo XVIII como residencia del marqués del Pedroso, en cuyo oratorio se veneraba el famoso lienzo de las Dos Trinidades de Murillo, actualmente conservado en la Galería Nacional de Londres. A principios del siglo XIX era residencia de la familia Istúriz, famosa en la vida política de la España decimonónica. A su amparo se reunían los miembros de una de las tantas logias masónica que de siempre han existido y existen en Cádiz. En las tertulias, a las que asistía Alcalá Galiano, se fraguó el levantamiento liberal de 1820. Perpetuamente el Casino Gaditano ha sido un sitio neurálgico conspiranoico.


(Foto: José Guerrero)

En la actualidad algunos de sus masones mas relevantes y socialmente ocultos, siguen la línea del Nuevo Sol, Gobierno Único, Poder Único, Dinero Único, Ejercito Único, con reuniones bienales relacionadas con la Cripta de la Catedral, Grupos de Poder Internacional que visitan Cádiz durante una fecha determinada, en buques de gran lujo con gran discreción y protección, mas buen plato y mantel en una escogida bodega jerezana.
Los apuntes, anotaciones y dibujos de Pelayo Quintero Atauri tienen muchas luces y sombras.


(Foto: Julio González)

Entre la documentación para la venta, pude ver aquel dónde el arqueólogo hacía alusión al sarcófago femenino que no por casualidad estaba debajo de su casa y, que fue posteriormente sacado a la luz  en Septiembre de 1980 en extrañas circunstancias que han dado y siguen dando pie a muchas perspicacias dentro de los gaditanos por lo sucedido con el sarcófago y su interior, durante los dos días que transcurrieron desde su “supuesto” hallazgo y la presentación del mismo con gran bombo y platillos.

Las claves de interpretación de este enigma que me corroe y persigue están en las “Tres versiones de Judas” de Jorge Luis Borges. Estamos cerca y a la vez lejos de hallar las respuestas. Mientras tanto pensamos y repensamos que al igual que el Iscariote, el Judas de la Biblia que tuvo que optar por aparecer ante los demás como el símbolo de la traición a sabiendas que era un instrumento consciente para que se realizará el designio Divino de la Crucifixión, Pelayo Quintero Atauri se inclinó por asumir su triste papel:
«Pelayo Quintero Atauri
de los madriles llegó
a escarbar en las entrañas,
de la Gades de Melkart.
Yo sé que la tengo cerca,
casi la oigo susurrar,
más solo hago hallar piedras
por donde vengo a buscar.
Y con la Dama de Cádiz,
con su funerario ajuar,
esperaba que hallaría
un filtro de eternidad.
Yo sé que la tengo cerca,
casi la oigo susurrar,
y el fuego de esta certeza
no me deja de quemar.
Murió Pelayo Quintero
y al su casa derribar
en los cimientos hallaron
lo que tanto fue a buscar.
La vida es cruel paradoja
quien nunca pudo encontrar
teniéndola tan cerquita
su propia felicidad».

Pelayo Quintero Atauri tenía en su poder dibujos del sarcófago y contenido, donde perfectamente aprecié un rico ajuar funerario apropiado al personaje sepultado acompañado de tablillas posiblemente de plomo y cerámica.
Apasionante fue para mí, tener en mis manos lo que serían dibujos de una ciudadela subterránea en Prado del Rey (Cádiz) que a igual del sarcófago de la “Dama de Cádiz”,  Pelayo Quintero Atauri prefirió, por sus razones, no darla a la luz pública renunciando a honores y prestigios que le llevarían en andas a su gloria y reconocimiento internacional.

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(Foto: Julio González)

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