En la Plaza Rivero de Jerez de la Frontera, he encontrado al único “capillita rojo” de toda la feligresía jerezana.
¡Pardiez! Por mis muertos, confieso a vuestra merced que es muy cierto lo que vi y escuché, si no lo fuese que se abran ahora mismo todos los cielos y un rayo me deje aquí mismo seco.
En esta ciudad a poco de moveros os podéis topar con toda suerte de seres. Sin ir más lejos, tan solo unos pasos más allá de la plaza antes mencionada, escuchando con buen ánimo, interpretaciones musicales a la Banda Municipal, en la Alameda del Banco, entablé conversación con un hombre de buen aspecto y no menos modales, el cual una vez concluida la función dimos retreta encaminandonos a un bar cercano.
Al rato, y después de copa va y copa viene, propone, con gran naturalidad, ir de putas.
A vista de mi incomodidad me explica que él ha hecho su ser “advocación” a Santa Nefija, la patrona de las putas del santoral, como igualmente lleva el escapulario de Lucrecia de León, reconociéndose así mismo de la orden de los Iluminados (No confundir con los Illuminatis de Baviera). También es Hermano Mayor de una cofradía que por respeto y mi vida va en juego, me reservo no nombraros.
Santa Nefija, patrona de las putas. “De puro buena, daba su cuerpo y daba de cabalgar de limosna”. Referencias a esta santa y sus “virtudes” están en “La lozana andaluza” de Francisco Delicado, en “Ragionamenti” de Pietro Aretino (como Nafissa), en “Descripción de África” de León el africano (como Nafisa) y en el texto “Quevedo en la Nueva España” de la Universidad Nacional Autónoma de México (se dice que Santa Nefija y doña Urraca, daban limosna de su cuerpo; a los moros por dinero, a los cristianos de balde). En “La lozana” deja claro que murió de amor suave.
Sin duda el oficio más antiguo del mundo no podía dejar de tener a su protectora, como vos bien podéis deducir a tenor de lo que aquí os digo y refiero.