Los componentes humanos de la Policía y la Guardia Civil, son hombres y mujeres de carne y hueso, como cualquier hijo de vecino con alegrías y miserias, sueños y penas. Entonces cabe preguntarse por qué siempre están tan encabronados. Todo tiene una respuesta.
Los bomberos gozan de buenos sueldos y reconocimiento social, la Policía Municipal está bien remunerada corriendo menos riesgos. Contrariamente a lo anterior la Policía y la Guardia Civil, tienen unos sueldos que es para ponerse a llorar, eso sin contar las instalaciones y cuarteles. Cuando se les traslada a efectuar su trabajo a otras localidades, como fue el caso de Barcelona, se les empotra en el Piolín, un barco para recoger burlas y cachondeo, además del hacinamiento y mala alimentación.
No hay nada casual, todo tiene y mantiene un propósito, es para tener al personal encabritado, que estén que bufen. Todo planificado de tal modo que llegado el momento, y tengan que salir a la calle, se agarren a hostias con todo el mundo que se les cruce, y a destajo.
Si estuvieran bien tratados, bien pagados, bien alimentados, les daría por ponerse a pensar y terminarían pasándose al «enemigo». Simplemente: no conviene al «Sistema». Los miembros de los Cuerpos de Seguridad del Estado son victimas, no los malos de la película.