ARNAUD SICRE, CHIVATO DE LA INQUISICIÓN EN SANT MATEU (CASTELLÓN)

De alguna manera, Sant Mateu era un paradigma de la convivencia entre diferentes comunidades de creyentes, entre ellos judíos, católicos y por supuesto cátaros. Los problemas empezaron al otro lado de los Pirineos, Jacques Fournier uno de los occitanos más duros contra el catarismo era nombrado en 1317 obispo de Pamiers.  Desde ese momento, relanzó la despiadada caza de los últimos cátaros. Es evidente que debía empezar a ganarse los galones para convertirse en uno de los papas, del nuevo Papado de Aviñón. Por si fuera poco, Sant Mateu se convirtió en una de la sede de la Orden de Montesa, al servicio de la Iglesia Católica.

La Inquisición envió un espía a Cataluña con encargo de encontrar a los cátaros escondidos. Este espía era Arnaud Sicre, un hijo de puta (Vayan por delante mis respetos a la persona que lo engendró y a las mujeres que ejercen esta vieja profesión).

Por decirlo así, y reconstruyendo hechos, hacía la mitad de la cuaresma de 1321, Sicre, Belibasta, Pere y Arnau Mauri se pusieron en camino para el Pallars. La noche del primer día se detuvieron en Beceite, en casa de Ermessinda Mauri, a quien Sicre no inspiró confianza. En la segunda noche, se detuvieron en Ascó, en donde le emborracharon para poder descubrir sus verdaderas intenciones. Pero Sicre, que comprendió las de ellos, hizo ver que se hallaba en plena embriaguez, y Pere Mauri le transportó a su cama. En secreto, Mauri le propuso denunciar Belibasta para cobrar así cincuenta o cien libras que la Inquisición podría darle, con las que vivirían bien el resto de sus días. Sicre se puso a despotricar contra Mauri, a quien llamó traidor, jurando, con voz fingida de borracho, de que nunca lo permitiría. Luego simuló que caía rendido, y oyó que en la habitación vecina Belibasta y Pere Mauri decidían que era de fiar.

Al cuarto día pasaron por Lérida y el quinto en Agramunt, donde Belibasta vio a dos urracas que se posaban en un árbol, frente a él, lanzando unos gritos penetrantes. Belibasta lo interpretó como mal presagio, y dijo a Sicre: «Dios quiera que me conduzcáis a lugar seguro». Arnaud lo tranquilizó, y prosiguieron camino. En tres etapas más, por Trequet, Castellbó y Tirvia, los dos viajeros se hallaron en tierras pirenaicas. En Tirvia, Sicre hizo arrestar a Belibasta, que fue conducido a Castellbó, tierra del conde de Foix, en espera de que se le condujera a Carcassona para ser juzgado. Guillem Belibasta, a pesar de sus muchas debilidades, se mostró fuerte en su fe y murió quemado, en Vilaroja, de orden del arzobispo de Narbona.

Guillaume Bélibaste o Guilhèm de Belibasta en occitano, fue un perfecto cátaro nacido en el año 1280 en la villa de Cubières-sur-Cinoble (Rasez) en el seno de una familia cátara. En 1314 se estableció en Morella, y de ahí pasó al poblado de Sant Mateu donde había una comunidad cátara.

En 1321 fue atraído con mentiras al Languedoc por Arnaud Sicre, un agente secreto de la Inquisición, al pasar por la localidad de Tírvia, en el Obispado de Urgel, fue denunciado por Arnaud Sicre al corregidor del conde de Foix, señor del lugar, y fue encarcelado en Castellbó. Fue juzgado en Carcasona por Jacques Fournier obispo de Pamiers y responsable máximo de la inquisición en la región. Más tarde este hombre sería papa con el nombre de Benedicto XII. Ese mismo año de 1321, murió quemado Guillaume Bélibaste en Villerouge-Termenès, fue el último perfecto cátaro quemado por la Inquisición.

Sant Mateu

FUENTE: J. V. Subirats, otros…