La brujería, en la actualidad, es un fenómeno muy vivo y tiene una influencia en mucha gente que se sirve de ella para hacer el bien, pero especialmente, para hacer el mal… Solemos pensar que recurrir a sanadoras, hechiceras o alcahuetas es algo propio de siglos pasados. Sí, eso pensamos, pero no es cierto… Porque todavía, hoy en día, muchas personas acuden a la bruja, o al hechicero buscando la suerte o el amor, e incluso, el control total y hasta la muerte de otras personas.
Trasmoz, el pueblo maldito. El pueblo de Trasmoz (Aragón) es, quizás, uno de los más famosos de España por ser, además del único pueblo excomulgado del país. En el siglo XII la Santa Iglesia decidió excomulgar a todo el pueblo, y en 1511 fue, además, maldecido por el abad del monasterio de Veruela. La brujería, sin duda, traspasa fronteras y generaciones. Sus consecuencias también. ¿Quién no ha oído acerca de las brujas de Trasmoz y el Moncayo?, ¿Y del Castillo de las Brujas, en Boltaña?
Tres amigos de Barcelona, se desplazaron a Aragón para ir a cazar conejos en un coto privado. Cuando regresaban, contentos por lo bien que les había salido el día y las numerosas piezas logradas, hicieron un alto en el camino (Calatorao) para estirar los pies y desentumecerse un poco, instante que aprovechó uno de ellos para aligerar la vejiga.
Luis, así se llamaba el de las aguas menores, vio entre los matorrales algo que le atrajo su atención: “una tarta intacta”. Voceo a grito pelado, a sus compinches de cacería que se quedaron igualmente extrañados con el hallazgo. La tarta era grande y redonda de chocolate y por encima otra capa de bizcocho con yema quemada. No tenía ningún signo escrito llamativo, a no ser las monedas de cincuenta céntimos que llenaban la superficie superior de la tarta, la cual había sido respetada por las alimañas, hormigas y más bichos.
Luis, haciendo honor al decir catalán, referente a que “la pela es la pela” (El dinero es el dinero), arrampló con todas las monedas y se marcharon todos del lugar. Un poco más adelante pararon en un bar para merendar, pagando lo consumido con las monedas halladas en la tarta, sin imaginar la que se les venía encima.
Ya reemprendido el camino de regreso a sus casas, y tan solo habiendo trascurrido unos minutos, el coche pinchó una rueda yendo todos a la cuneta. Cuando fueron a cambiar la rueda, para su desesperación, la de repuesto no tenía aire. Llamaron a una grúa y esperaron un largo tiempo hasta que les telefonearon comunicándoles que la grúa enviada estaba siendo remolcada, en esos instantes, debido a una inoportuna avería. A todas estas, la cocina del bar, en donde merendaron y pagado con las monedas del pastel, había salido ardiendo. En lo personal, familiar, y económico, los tres desde ese día han ido de mal en peor.
Dicen que, cuando el río suena, agua lleva… Y desde luego, detrás de todo ello hay una cosa cierta, y es que, a lo largo de los siglos, las gentes de Aragón creen en la presencia de brujas… Brujas que influyen en sus vidas y que, además, son capaces de desencadenar terribles desgracias sobre la población… Moraleja, si va a Aragón y pasa por Calatorao, deje las cosas donde las encuentra, absténgase de toquetearlas.