CONFIDENCIAS PARA NO ESCUCHAR – Tomado de la novela EL HOMBRE QUE ANDABA SOLO de Sir Charles Edward Grove


Un “bache” en Cádiz es un abrevadero etílico a donde solo van borrachos, uno que otro japonés perdido o algún antropólogo desnortado a quien lo han empujado los aires como hojas de otoño.
Ya quedan pocos “baches”, y a estos se los come irremediablemente el tiempo. En ellos se encuentran filósofos que arreglan el mundo y más de una sorpresa, como es la de toparse con un antiguo miembro del servicio de espionaje y contraespionaje del Vaticano que me ha confesado más de un secreto.
Con Luigi me crucé en el “bache” La Carbonera, del callejón San Fernando, un día que estaba deambulando inmerso en mis pensamientos bajo un viento de levante gaditano escandaloso.
Machacado por el alcohol y el tiempo, Luigi aún conserva el aroma de haber mamado de buen pecho, arropado bajo armonioso techo y dentro de cómoda cuna, alejado de estrecheces y sustos económicos. A lo anterior  le sumamos ese aire característico delator que queda impregnado a toda persona que ha pasado por algún seminario sacerdotal.
Sus manos son pulcras, aunque agobiadas por los temblores del alcohol que poco a poco le carcome por dentro, en un viaje sin retorno. Viste desaliñado y notoriamente abandonado, curiosamente sus zapatos son de piel y están impolutos, con un lustre de espejo. Emplea pañuelos de tela y están marcados con iniciales diferentes a su nombre. Desprende Luigi aroma de colonia Calvin Klein, entremezclada con un pestazo de  alcohol y tabaco, echando para atrás al más pintado. Realmente su olor espanta bichos y tumba aviones. Los años y el paso del tiempo le han encorvado, su vicio le mantiene delgado, come poco, a ratos cuando se acuerda, ahí donde le pille la necesidad que es bien escasa en él.
Nació Luigi en Milán, hace ya una eternidad, estudió con los jesuitas, doctorándose en la universidad de Lovaina, obteniendo excelentes notas. Ahora está cagado de miedo, sabe que tarde o temprano darán con él, entretanto hunde sus temores en una copa de vino, mientras se esconde en este avispero de espías que ha sido, es y será siempre Cádiz. Aquí, a diferencia de Finisterre,  no termina el mundo, empieza la última frontera: la infinitud. No teme morir, sino que le hagan un “completo”, o sea: secuestro, interrogatorio, tortura y asesinato.
Trabajó Luigi durante un largo tiempo en la Biblioteca del Vaticano, bajo las órdenes del «Escriptor», el responsable del archivo secreto, lo que le permitió tener acceso a los documentos papales, enterándose de muchos “fregados” de los que buena parte daba conocimiento al Prefecto, como se le llama al jefe del Servicio Secreto del Vaticano, su otro jefe del que nadie tenía conocimiento.
Por cuestiones del destino Luigi ha estado inmerso en curiosas situaciones, por ejemplo en una reunión efectuada justo poco antes de ser elegido Albino Lucinai como Juan Pablo I, y que mantuvo con algunos cardenales cercanos a él. Ahí recuerda muy bien Luigi, se comentó que quien saliera elegido en el cónclave tendría serios problemas con las finanzas vaticanas. No mas acceder al papado Juan Pablo I, manifestó su férrea voluntad de realizar cambios, entre ellos el Banco Vaticano y luchar directamente en contra de la mafia y de la masonería. Los cinco cardenales que se hallan en ese corro fallecen casi inmediatamente, con una edad entre sesenta y setenta y cuatro años y en el período 1979-82. Eran cardenales que estaban a favor, incluido Juan Pablo I, de abrir una investigación al Banco Vaticano. Todos están muertos, el único que queda con vida de los que estuvo ahí presente y ahora en paradero desconocido es Luigi, este se ha convertido en un testigo incómodo.
El 28 de septiembre de 1978, tras treinta y tres días ocupando el cargo máximo de la Santa Sede, el sumo pontífice Juan Pablo I, fue hallado muerto en su habitación, según informaciones oficiales el Papa había fallecido debido a un ataque agudo de miocardio producto de una mala dosis de su medicamento, sin embargo ha sido víctima de un atentado gestado en los círculos mas internos de la Iglesia y la mafia italiana. Aunque se dijo que su médico de cabecera le había recetado por teléfono un vasodilatador, el médico rechazó esto al aclarar que no le había mandado nada al Papa aquella noche, ni las anteriores tampoco debido principalmente a que él gozaba de buena salud. Así mismo la religiosa que encontró al santo padre en el lecho, sor Vicenza, aseguró que Juan Pablo I, yacía en su cama extrañamente con el rostro calmado y en una posición de reposo, algo que no coincide con la de una muerte violenta si hubiera sucedido el supuesto ataque cardiaco.
En opinión de Luigi, Juan Pablo I, lo que quería era reordenar, dar un nuevo significado bastante en la línea tradicional, la línea pura que se conservaba en el Archivo Vaticano, una filosofía transgresora que contravenía lo establecido, se atrevió a dar esos pasos, por eso tenía los días contados.
La noche que muere Juan Pablo I, de un raro infarto, misteriosamente se le ha retirado la guardia suiza y la escolta de los agentes del servicio secreto papal. Esa dramática noche él no tiene protección alguna en su habitación. La monja Vicenza que era su camarera papal, dice que cuando descubren el cadáver, el Papa tiene el mando de la alarma en la mano… y no sonó.
Luigi guarda ciertos documentos, los mantiene a buen resguardo, nadie sabe donde. Cuando se abran estos escritos, nos vamos a encontrar con una serie de testimonios cuya realidad ha sido totalmente distorsionada. Saldrán archivos que tendrían que ver con la Logia P2 y la Banca Vaticana, las relaciones que tuvo el cardenal Ratzinger con lo que eran los objetivos de Lior, donde se relaciona a Lior con el Banco Ambrosiano. Toda esa trama oscura que acabó con uno de los banqueros principales: Roberto Calvi, ahorcado desde el Puente de los Monjes de Londres, todo orquestado, simbólico y no dejado al azar. La logia P2 estaba conectada con el Banco Vaticano y con monseñor Marcinkus, que estuvo envuelto en el escándalo del Banco Ambrosiano de Roberto Calvi.
Están entre los papeles de Luigi, también los caballeros de Malta, que son los aristócratas de la masonería y que manipulan, por orden del Vaticano, a la propia masonería. La orden de Malta está controlada por los jesuitas, por su general, Kolvenbach y que está a cargo de esta misión, que también incluye a los sionistas. A su vez, está conectada la aristocracia, familias como los Rothschild, los banqueros del Vaticano.
Luigi por saber esto y mucho mas, tiene su existencia caducada, no obstante me resulta entrañable este viejo sacerdote, ex agente de LA ENTIDAD como se conoce al servicio secreto vaticano. Los  servicios secretos no se les llama por su nombre original, a la CIA se le denomina LA COMPAÑÍA, al CNI español como LA CASA, por nombrar algunos ejemplos.
Me despido de él, nos encontraremos de nuevo adelante, otro día, en la Plaza de las Flores. Le doy la espalda y marcho conmigo mismo, absorto en mis sentimientos, ajeno a lo que irremediablemente sucederá o se atisba en el devenir de los acontecimientos. Suenan las campanas de una iglesia cercana, es el templo de Santo Domingo,  mientras el golpeteo cadente de los pasos me acompaña retumbando en el silencio de mi corazón.

¡¡¡CONTINUARÁ!!!

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