LA CERÁMICA DE LA PROVIDENCIA EN ARCOS DE LA FRONTERA

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En una casa modesta de un barrio arcense, en su tiempo muy humilde, se encuentra una cerámica del siglo XVII – XVIII de gran valor  histórico-cultural. No se entiende cómo ha ido a parar esta cerámica a esta casa ya que no corresponde a casa noble con buen estatus, todo lo contrario.

La cerámica de San Cayetano, a quien se reconoce como  Santo de la Providencia, Patrono del pan y del trabajo  está en una callejuela del arrabal Barranco Calderero y Caños Verdes, en Arcos de la Frontera.

A San Cayetano se le conoce como Santo de la Providencia, Patrono del pan y del trabajo.

¡Oh glorioso San Cayetano Padre de la Providencia!, no permitas que en mi casa me falte la subsistencia y de tu liberal mano una limosna te pido en lo temporal y humano.

¡Oh glorioso San Cayetano!, Providencia, Providencia, Providencia.

(Aquí se pide la gracia que se desea conseguir)

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Jaculatoria. Glorioso San Cayetano, interceded por nosotros ante la Divina Providencia.

Las gentes suelen recurrir a la ayuda del santo del trabajo, procediendo del siguiente modo: en un altar casero, un día siete, jornada del santo (su fiesta es el 7 de agosto), la persona devota coloca  una imagen o estampa de San Cayetano. Después enciende una vela amarilla sobre un plato, colocando alrededor: una espiga de trigo, una cucharada de azúcar y una de canela en polvo.

Bajo el plato dejando tres monedas, se dicen estas palabras:

“¡Oh!, Devoto San Cayetano, me arrodillo ante tu imagen para que alejes de mí todo peligro. El temor que me impide vivir con rectitud, envuelto siempre en la amenaza de la indigencia. Ayúdame a comprender que, cuando más confiado me encuentre, mejor realizaré mi trabajo diario y menos posibilidades tendré de perderlo.

Que la confianza en tu protección sea más fuerte que los peligros reales o imaginarios, que llenan de angustia mi espíritu.

Auxíliame, interviene para que mi empleo siga siendo mi verdad cotidiana y para que lo comprenda Dios, nuestro Señor, al que consagraste tu vida. Dame paz, voluntad, perseverancia y fe para no quedar desocupado”.

Los restos de la vela se dejan ir por el lavabo, y las tres monedas se dan a quien las necesite, siguiendo la ley de la prosperidad de dar para recibir

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