Septiembre es un mes que siempre me ha gustado; trae recuerdos a olores de libros, cuadernos, gomas, sacapuntas, cartera, todo nuevo.
Septiembre ha pillado a los jerezanos cabreados porque le han metido su Fiesta de la Bulería en un “corral de pollos”, con una programación en el que solo figuran primos de primos, que a su vez son sobrinos de alguno y pare de contar. Poco mérito propio. Es como si el Real Madrid fichase a un jugador por el solo merecimiento de ser sobrino o primo de Maradona.
Arte sibilino es aquel que es misterioso porque parece que encierra un secreto importante o que puede tener varios significados ocultos. Esto es lo que ha reunido el Museo Arqueológico de Jerez, en su Sala Julián Cuadra, en donde asoma Tuty Márquez de la mano de Fernando G. Durán, para dejar perplejo a más de uno.
El Museo Arqueológico municipal desarrolla una programación cultural admirable, coloca al alcance del pueblo llano una serie de actividades educativas y didácticas a lo largo del año.
Jerez parece que empieza a desperezarse de la modorra cultural en que se halla sumergida. Damajuana prepara una exposición curiosa de Florencio Ríos (Zocar) y sus cajas de fruta como soporte y marco de la obra.