Se les puede encontrar en Tarifa, Arcos de la Frontera, San Fernando, Cádiz capital, Sanlúcar de Barrameda y en Jerez de la Frontera, son miembros de la sociedad secreta “catáfilos”, hacen espeleología urbana, fiestas clandestinas y rituales de diversa índole.
Después de agacharse, arrastrarse, vadear espacios de agua, usando linternas para iluminar su camino, llegan a cámaras abovedadas con tan solo un par de metros de altura. Son un movimiento de gente que las explora, y disfruta. Se hacen llamar catáfilos, su origen proviene de Paris.
“Algunos buscan paz y tranquilidad de la bulliciosa ciudad, otros una pared para su arte, un sitio para reunión con amigos al menor costo y en una atmósfera más placentera que en los centros nocturnos y bares de arriba. Muchos añoran el sigilo y, en cierta medida, la exclusividad de sus cometidos”.
“El latido de tu corazón empieza a ser escuchado vivamente, la sangre que circula por tus venas se torna más pesada, tu respiración es muchísimo más profunda, posees menos control de tus extremidades, las distancias se vuelven infinitas, todo se confunde durante un tiempo indeterminado, el tiempo mismo que tardas en acostumbrarte a estar solo contigo mismo y con tus pensamientos”.
En la actualidad los catáfilos acceden a través de alcantarillas o de entradas en viejas canalizaciones de aguas que ya no se utilizan, edificaciones, bodegas abandonadas. No hay accesos fijos ya que se abren y se cierran por obras de manera constante. Generalmente se encuentran en lugares discretos, incluso los hay en zonas tan céntricas como en los alrededores de la conocida plaza del Arenal de Jerez.
Los catáfilos, expertos exploradores que dominan los túneles y canales subterráneos, son prudentes y, conscientes de su ilegalidad. La gente que, como ellos, mantienen la atracción por lo subterráneo se desconectan de la realidad de la superficie. Para los catáfilos: “Si sabes escuchar, la ansiedad y el miedo, los reconocerás cuando se manifiestan en tu cuerpo”.
¡Adrenalina pura!