Digámoslo así: el juego, el vino y el amor, fueron los principales pilares de la temática sobre la que escribían, dando pie a granjearse las críticas e indignación de los más fieles y seguidores furibundos de las doctrinas medievales establecidas. A pesar de atacar la estructura social vigente, lo hacían no por ser portadores de una ideología subversiva, sino por considerarse los más capaces e intelectuales.
Obviamente, fueron condenados en concilios, sínodos por eclesiásticos fanáticos de los siglos XII y XIII. También recibieron todo tipo de improperios por parte de sus detractores, siendo calificados como: bohemios, falsos estudiantes, turbadores del orden, gente peligrosa, vagabundos, bribones, juglares con sentido de farsantes y charlatanes.
De alguna forma, eran monjes exclaustrados de vida irregular, que cantaron a la primavera, el amor, los placeres y el juego, pero también dejaron letras satíricas, canciones morales y cantos sacros, incluida una Pasión. Tenían órdenes menores o, al menos, la tonsura, lo que les permitía disfrutar del “privilegium fori” y, aunque no siempre y a veces excesivamente pequeño, de algún beneficio.
De hecho, pues, son los youtuber influencers de hoy, aunque en la Edad Media, que se desenvolvían en el mundo de la marginalidad. Eran hombres cultos, compaginaban los estudios, con una vida alegre, escandalosa o disoluta, en donde la taberna, las canciones, el vino, el juego y las mujeres ocupaban un destacado lugar.
Se caracterizaron por llevar una vida antipapista, criticando con letra y música las pretensiones temporales del papado, Reprochaban a la curia vaticana la acomodación con el siglo, el lujo y el gusto por el dinero, dejando de lado la humildad inicial cristiana
Con tono inmoral y rayando lo obsceno, los goliardos plasmaron en sus obras una moral de orden natural, donde se elogia lo humano –erotismo– y se niega de las doctrinas que la Iglesia y la moral tradicional intentaban plasmar en la sociedad, la cual debía caminar por la senda de la rectitud, la castidad y la mortificación como fin para una vida en el más allá. Por el contrario, el goliardo busca liberar el espíritu del hombre, disfrutar del cuerpo en plenitud, y vivir el día a día sin pensar demasiado en la salvación del alma.
“Es mi voluntad
en una taberna morir,
y que el vino esté cercano
a los labios del moribundo
cuando alegres canten
los coros angélicos:
Sé benigno, oh Dios,
con este bebedor.»
Se llamaron a sí mismos clérigos errabundos o vagantes, y desde fecha muy temprana fueron impugnados: en el siglo X los mandaron rapar por redadas para borrarles la tonsura clerical: en 1223 se les prohibió cantar en las misas versos religiosos: diversos decretos, leyes, ordenanzas y concilios les prohibieron cantar y comportarse conforme al espíritu de sus poemas: muchos fueron excomulgados y a otros se les privó de sus privilegios eclesiásticos y quedaron sujetos a la jurisdicción secular.
“Llevado soy como barco sin tripulante,
o como, errabunda, las rutas de los vientos llevan al ave.
No me sujetan cadenas ni me retienen llaves;
en pos de mis iguales ando: con los perversos me junto.”