Soy muy malo en responsabilidades de cualquier tipo. Fui un marido pésimo y un padre aún peor. Escribir me proporciona sosiego, es mejor que una sesión de cincuenta minutos con un loquero. En la oscuridad, cuando escribo, las palabras dan miedo, suenan extrañas, como huecas, como ruidos propios de animales más que de personas.
En la vejez es cuando más saberes, experiencia y capacidad para enfocar un tema posees. A veces tengo obsesiones de delincuente. Ningún horror es tan terrorífico como aquel que no vemos, pero somos capaces de imaginar. Sé que soy una persona mayor y que, cada vez, tengo menos fuerza. Pero me aguanta muy bien la cabeza, quitando la memoria que siempre ha sido pésima…
La verdad es una ilusión. Si quieres sobrevivir tienes que aprender a dejar que las cosas sigan su curso. Las élites no tienen interés en dar a las personas las herramientas precisas para la vida, para valerse por sí mismas. En su lugar, optan porque se las pidan a ellas, consiguiendo así el control absoluto. Y nada mejor para ello que mantenerlas en un estado infantil.
La fe de los creyentes produce en todos los cultos fanatismos, fantasía, fundamentalismo y falsedad. La mayoría de los humanos viven dormidos, en estado de miedo por voluntad propia, ya que han comprado todo el lote de miedo que les han vendido los medios desinformativos, sin hacerse preguntas en ningún momento.
La gran especialidad del mal es que creas que tiene más poder que el bien. Voy a la iglesia, sí, pero solo porque es un sitio apacible donde a veces puedo escucharme a mí mismo. El mundo es un lugar peligroso, regido por una naturaleza sin sentimientos y poblado por gente que a menudo es malvada. No admiten otra disidencia que la que ellos mismos crean y controlan: «Disidencia controlada».
Lo que llaman disidencia controlada viene a ser una suerte de estrategia del sistema para mantener el poder político. Según esta idea, los poderes constituidos son los que fomentan la aparición de nuevos partidos que se presentan como radicalmente disidentes del sistema para primero darles aliento y al cabo de un tiempo, acabar destruyéndolos por fagocitación, en donde la orquesta del Titanic continúa. Bailan los mismos con las mismas, y los pringados de siempre con la más fea.
Una de las técnicas para mantener esta “disidencia controlada” es la distribución de información falsa, pero el método más conocido de la disidencia controlada es el control directo por personas infiltradas del gobierno o del grupo que utilice esta técnica. La “Disidencia controlada” es el tambor de los trileros.