FUMARADAS

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XEREZ

Para torear y casarse hay que arrimarse. Para saber hay que leer.
A finales de este mes, hace un año que llegué a Jerez, caído de Arcos de la Frontera, no sé si lo he aprovechado. Lo cierto es que soy un año más viejo, ya hago juego a la par, en tiempo, con los muebles y libracos de la Biblioteca Central jerezana.

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AL FINAL, TODOS CALVOS
Meditando en el borde de un catavinos: la vida no es más que una serie de circunstancias. Mi vida ha sido divertida en donde no han faltado las divinas obesas atrapadas por delirios de amor, mujeres catatónicas en medio de sus propias iglesias.
Sentado al borde de mi vida, soy egoísta y majadero. Sé que me ha ido mejor que a otros. En Jerez a golpe de vinos, flamenco y buena gente, yo vivo de derechas y escribo de izquierdas.
Todas las cosas que he cometido podrían haber sido otras, y buenas. De esas para ir a los cielos. Pero no, me he perdido regodeándome en las malas y nada recomendables, esas mismas por las que te excomulgan y te mandan directamente a arder la eternidad en las calderas de Pedro Botero.
Al final, todos calvos. A la Vida, le importa un carajo si existes, tómala y sal corriendo.

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LIBREROS
Nos dicen que “Los libreros pioneros, héroes o víctimas de esa cosa llamada papel que todo lo contiene y suele fagocitar a quien lo toca con una suerte de fiebre, compartieron con las pajilleras espacio, para que luego digan que sexo y cultura son como agua y aceite cuando olvidamos que si los libros se cogen con la mano no digamos otras cosas.”

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LA BIBLIOTECA DE MI PADRE
Nunca vi a mi padre leer un libro, era él solo de periódicos y del Real Madrid. Los diarios, antes de que saliera el sol, se los traían a casa, cada día, un mensajero en bicicleta.
Como familia de bien debía tener la suya una biblioteca que fardara; mi viejo le encargó esta labor a un librero al que apodaban el Rubio, años después me enteré que al Rubio le habían dado de baja del mundo con dos tiros. Cosas que suceden en estos caminos del Señor.
El Rubio, el librero, le endiño a mi padre todos los libros, habidos y por haber, que figuraban en el “Index librorum prohibitorum” del Vaticano, naturalmente camuflados entre publicaciones de excelente edición de Cervantes, la Biblia y otras gaitas.
Gracias al Rubio, y que mi padre nunca se enteró lo que traía su flamante biblioteca, pude leer yo, cuando gastaba aun pantalón corto y levantaba poco del suelo: La romana, Lolita, Vargas Vila, El Amante de Lady Chatterley, Enrique Javier Poncela, Papini, Hemingway, Kierkegaard, las Mil y una noches, más un montón de barbaridades que frieron mis neuronas y me cambiaron los genes y el ADN.
Ahora, cuando ando en la cara B de la vida, entiendo por qué mis hijos han salido, como han salido, y sin arreglo ya que valga.

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A LAS PUERTAS DEL PECADO
Trabajo más que un mulo prestado, tengo dos sitios de picar piedra: la biblioteca y el bar. He nacido con una flor en el culo.
Jerez, es una aventura peligrosa y fascinante, un desafío continuo de astucia e inteligencia. Es el país de los misterios. Un viaje hacia la transformación.
No todo el mundo puede acceder a sus cosas ocultas.
El mal existe, y está en el mundo. Al diablo le gustan los juegos. Voy a hacer un cónclave con mis fantasmas.
Las personas me obsesionan, la Mujer aún más. Especialmente esa que mira con aquella sonrisa tan solo reservada a las que guardan un secreto.
En la vida no nos dan certificado de nada, en los tabancos tampoco.
La copa en la mano en el tabanco es un Grial. Todas las cosas tienen la palabra secreta de la Vida.
La primera copa el hombre bebe vino.
La segunda el vino bebe vino.
La tercera el vino bebe al hombre.
Ahora sé a qué huele el rastro del pecado, estoy en Jerez de la Frontera, la antesala del Mas allá.

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