Si bien, aparentemente parezca contradictorio, el nido de espías y “conspiranoícos” mas abundante por metro cuadrado en España y de Europa en general, lo encontramos particularmente en Tarifa.
El Estrecho de Gibraltar, Marruecos, Gibraltar mismo, la base militar norteamericana de Rota, la Carraca en San Fernando, y Cádiz, hacen que a esta población mas extrema del Sur, concurran muchos elementos humanos de distinto pelaje y catadura.
Pese a que el día está desapacible con amenaza de descargar agua, acudo a la cita en la plaza de las ranas. Ahí debo encontrarme con el rabino Saúl, consultor y asesor del Mossad, aunque no simpatizante del sionismo crudo y duro que tanto daño causa a la humanidad.
Amén de tener otras gracias en su haber, el rabino Saúl cuenta con ser miembro de la masonería, del Opus Dei y “facha” admirador del generalísimo Franco. Aunque no me explico cómo combina y se “come” todas esas cosas, un verdadero coctel explosivo que lleva en la cabeza, no obstante logra nadar y guardar la ropa más mantenerse vivo que no es poco.
A pesar de estar parcialmente retirado (un espía nunca se retira del todo), a este hombre grueso, de bigote poblado, cabellera canosa y sesenta y seis años de edad, yo acudo para ampliar conocimientos y sacarme de las dudas que me acompañan últimamente.
Mucho trabajo me ha costado llegar a él, hasta encontrarme en este momento esperándole aquí en la misteriosa Plaza de Santa María, al lado de la fuente de las ranas y de la estrella de ocho puntas.
Huele a película de intriga y misterio, repleta de muchos ingredientes. Con lo flojo que soy yo para estas cosas, no puedo evitar pensar en lo bien que estaría en alguna tasca amancebado con una casquivana copa de vino en vez de hallarme aguantando el ventisquero frio del poniente que despeina mi calvicie.
El rabino Saúl llega puntual y algo sofocado, rompe el hielo de las presentaciones explicándome generosamente el significado de lo que estaba viendo detenidamente.
“Al remontarnos al pasado más antiguo de la humanidad, encontramos el símbolo de la estrella de ocho puntas asociado a la Diosa Madre. Aun pueden verse presentes estas estrellas en los mantos de innumerables Vírgenes Católicas. Está asociado a lo femenino, así como al elemento representativo de ello por excelencia: el agua. La forma poligonal y la concha marina, tienen una intima relación, en donde se conjugan claves que conectan con la Luna y con Venus. Los Templarios usaron la forma octagonal reiterativamente. Muchas civilizaciones antiguas han considerado la rana como símbolo de abundancia, protección y salud. Un ejemplo lo podemos observar en Egipto donde se adoraba la diosa-rana, Heket la cual era benefactora de los hombres. En cuanto a las civilizaciones Mesoamericanas, los aztecas y los mayas consideraban este anfibio como un animal de buena suerte”.
Continúa el rabino Saúl diciendo:
“La estrella de Tartessos, símbolo con que el pueblo tartésico personifica el sol, es la representación de una estrella de ocho puntas resultado de la superposición de dos cuadrados. Los pueblos árabes que llegaron a la península la asimilaron a la idea de que el paraíso está rodeado de ocho montañas y de allí la difundieron por todo el Magreb y por Oriente. Como prueba de su difusión, algunos pueblos islámicos la usan en su emblema. Un ejemplo de ello son los símbolos oficiales de tres países musulmanes como el escudo de Turkmenistán, el de Uzbekistán o la bandera de Azerbaiyán”.
Parece ser que el origen de la estrella de ocho puntas está en la mitología y la religiosidad tartésica adoradora del sol. Es el astro rey un símbolo definitorio de la Andalucía más antigua. Desde los remotos tiempos del neolítico los pobladores de estas tierras del sur adoraban al sol y lo representaban con ocho rayos. Los que derrotaron a D. Rodrigo, escogieron la estrella de ocho puntas como símbolo y lo pusieron en las primeras monedas que acuñaron. El califato independiente de Al-Ándalus utilizó profusamente la estrella, incluso en algunas de sus monedas. También el reino nazarí lo incluyó en algunos pendones además de utilizarla profusamente en la decoración. Los mozárabes y mudéjares andaluces llevaron la estrella de ocho puntas por todo el norte de la Península y la difundieron por el Magreb y el Oriente Medio.
Poco a poco vamos, y a paso calmado, caminando por distintos callejones del casco viejo hasta entrar a un portal que obstenta significativamente el símbolo de los caballeros de Santiago. Cruzamos un bonito patio interior lleno de tiestos, saliendo a otra calle retorcida para inmediatamente entrar al zaguán de un pórtico con escudo nobiliario, en donde el rabino saca un manojo de llaves y abre la puerta de la reja. Ya en su piso nos acomodamos en un salón repleto de las cosas más inimaginables.
Ante mis preguntas, amablemente responde con cadencia de viejo profesor cansado, sus diferentes teorías de cómo él ve el devenir de los acontecimientos, planteándolo con una lógica aplastante y sencilla.
Hace especial hincapié sobre el tema de los extraterrestres y aprovechamiento de los poderes por parte de una minoría muy minoría dominante para controlar a la población basada en infundir terror y pánico. Recuerdo muy bien su explicación abordando someramente la desaparición de las naciones a favor de sociedades e instituciones internacionales en manos de esos pocos antes nombrados.
Entre las muchas cosas escuchadas del rabino Saúl, me encanta sobre manera la referida al Chi o el aliento del dragón.
“Algunas partes del cuerpo pueden recibir el Chi de fuentes externas, como la fuerza electromagnética, la vibración de la tierra, la luz y la frecuencia o sonido de la luna, el sol y las estrellas. A este alimento se añade la Fuerza Universal, bajo la forma de la luz roja y violeta del amor incondicional. El Chi actúa como un eslabón que une el cuerpo físico, el cuerpo de energía (alma) y el cuerpo de espíritu, del mismo modo que el combustible del motor de una embarcación produce la fuerza que la empuja por el agua. El Chi hace de combustible para cada uno de estos tres cuerpos. Todo lo que nos rodea tiene un Chi, las plantas, los minerales, los animales y los seres humanos. También cada casa tiene un Chi que la caracteriza, nosotros podemos «percibir» o «sentir» el chi de un lugar. El Chi recorre nuestra casa a través de las habitaciones y pasillos, entrando y saliendo por puertas y ventanas. Cuando el chi fluye libremente, las personas serán positivas y disfrutarán de una existencia armónica”.
Con la cabeza como un bombo salgo de la casa del rabino Saúl, mientras poso la mirada sobre un perro remojando la pared vecina sigo mi camino hasta la plaza de San Hicio, en donde me dejo caer, desempeñándome dentro de una copa de vino del terreno para pasar inmediatamente a rumiar todo lo escuchado y releer las notas recogidas.
MUY BUENO EXCELENTE. MEJOR LO DE LA NOVIA DEL RABINO SAÚL Y MI ACENTO DIERÉTICO QUE ROMPE ESE DIPTONGO.
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¡Que hermosos callejones y que descriptiva la presentación hecha por el autor, del personaje llamado Rabino Saúl! Este hombre parece reunir las características de un ser lleno de magia y misterio:
Miembro de la masonería (apolítica), del Opus Dei (inicialmente antimasónica y actualmente bastante interesada en retomar ciertos tipos de poderes, políticos de alguna manera) y admirador del General Franco. Claro que con estas confluencias este caballero es bastante “indescifrable”. Quizás hasta peligroso en muchos campos.
“hombre grueso, de bigote poblado, cabellera canosa y sesenta y seis años de edad” y con sabiduría y” cadencia de viejo profesor cansado” tiende a parecerse a algunos humanos que han estado en nuestras vidas, casi podría decir que “fue novio mío”. Si como lo afirma Arboleda B. Rabino Saúl es un espía, espero que sea de los “buenos” , en toda la extensión de esta palabra, al estilo del escocés Sean Connery…por la misma edad del Rabino Saúl. Y quien quita que igualmente Masón.
Esta narración “llena de magia” y acompañada, como siempre de las hermosas fotografías que nuestro antropólogo nos tiene acostumbrados. ¡ Ave Tarifa!. Estamos felices y satisfechos con el trote de la culebra hoy…
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