Lo que la sociedad llama «buenas mujeres» son las mujeres que no dan problemas, las que se callan, las que se hacen pequeñas.
Las mujeres no se pueden reconocer en la historia. Falta un espejo en que mirarse. Cuesta mucho ser una mujer.
Está más que probado que la mujer suma para si, un sexto sentido, que va más allá de la intuición, de la percepción y tiene la gran habilidad, de darse cuenta de las cosas, incluso mucho antes de verlas.
Las mujeres tienen razones para estar enfadadas. Además de la desigualdad de salario y oportunidades, Las mujeres están hasta el gorro, con una precariedad brutal, viendo alrededor mil cosas que están pasando.
No es una cuestión de que las mujeres son una santas y los hombres unos hijos de puta. A unos y otros se les va induciendo para perpetuar un estado de cosas, un sistema que funciona de una determinada manera.
Nada gusta más a la prensa que una mujer malvada. El hombre tiene miedo del poder sexual de la mujer. Ellas han derrumbado muchos tópicos. Por ejemplo, hay casi tantas mujeres infieles como hombres. Como también hay un buen número de mujeres mayores que mantienen en algún momento de sus vidas una relación sexual con hombres más jóvenes.
Si percibes de dónde vienes, es más fácil llegar a donde quieres ir. No son tiempos para creer, son de saber.