CUENTO JEREZANO EN EL DÍA DE REYES

Había una vez un niño llamado Manuel que vivía en el barrio de Santiago, en Jerez de la Frontera. Manuel era un niño muy alegre y travieso, siempre estaba buscando algo divertido que hacer. Pero lo que más le gustaba era el día de Reyes, porque eso significaba que iba a recibir regalos.

Este año, Manuel no podía esperar para ver qué le traerían los Reyes Magos. Desde el día de Navidad, no había dejado de hablar de ello con sus amigos del barrio. «¿Qué crees que me traerán?«, les preguntaba a menudo. «¡Seguro que me traen una consola de juegos!», exclamaba entusiasmado.

El día de Reyes finalmente llegó, y Manuel se despertó temprano con mucha emoción. Corrió al salón para ver si había algún rastro de los Reyes Magos, pero no encontró nada. «¡No puede ser!», exclamó. «¡Seguro que han olvidado mi casa!».

Pero Manuel no se dio por vencido. Decidió vestirse lo más rápido posible y salir a buscar a los Reyes Magos. Corrió por las calles de Jerez, mirando en todas direcciones. «¡Aquí estoy!», gritaba. «¡Soy Manuel!».

Finalmente, después de mucho buscar, Manuel encontró a los Reyes Magos en la plaza del Mercado. Estaban rodeados de niños y adultos, repartiendo regalos a todos. Manuel se acercó corriendo y se puso en fila para esperar su vez.

Cuando le llegó el turno a Manuel, los Reyes Magos le preguntaron: «¿Qué es lo que más deseas, niño?». Manuel pensó por un momento y luego respondió: «Quiero una consola de juegos». Los Reyes Magos sonrieron y le dieron una gran caja envuelta en papel de regalo. Manuel la abrió con emoción y descubrió que su deseo se había cumplido. Manuel estaba tan feliz que no podía dejar de saltar de alegría. «¡Gracias, gracias, gracias!», exclamó.

Los Reyes Magos le dieron un beso en la mejilla y le dijeron: «¡Que pases un feliz día de Reyes, Manuel!». Luego, se subieron a sus carrozas y se fueron volando por el cielo, dejando a Manuel con su nueva consola de juegos y una sonrisa de oreja a oreja.