EL MUSEO MAS CUTRE DEL MUNDO

EL MUSEO MAS CUTRE DEL MUNDO: el entrañable museo del mar “Las Caracolas” en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz)

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La gente recoge las cosas más extrañas y algunos de ellos incluso acaban abriendo museos para mostrar al mundo sus logros increíbles. Claro que no se aprenden mucho sobre la historia o el arte, visitandolos, pero son definitivamente muy divertidos. En la mayoría de los casos, se trata de museos menores que no pueden compararse en nada con las grandes pinacotecas nacionales, pero que defienden su condición de colecciones únicas. Recuperan con nostalgia parte del pasado y la memoria colectiva.

Casi todos conocemos un buen número de grandes ciudades que a su vez acogen grandes museos que las distinguen y personalizan: Londres con su British Museum, Madrid y El Prado, Nueva York con el Metropolitan o San Petersburgo y su Hermitage. Todos ellos, enormes y sesudas instituciones que recogen, casi religiosamente, los tesoros artísticos y arqueológicos más importantes de la humanidad.


No sólo de grandes obras de arte vive la cultura. Cualquier cosa es digna de merecer un museo y por eso los hay para todos los gustos y en todos los sitios. Decenas de ciudades compiten por albergar los museos más estrambóticos y las colecciones más impactantes. El mundo del arte no sería lo mismo sin ellos.
Además, visitar estos lugares, que difícilmente figuran en las guías de turismo, implica muchas veces salirse de los itinerarios más convencionales, lo que permite la ventaja adicional de conocer poblaciones impensadas.


Estados Unidos está lleno de pequeños museos gestionados de forma familiar o por una única persona. Algunos de esos museos son casi ridículos, otros despiertan una sonrisa pero se mantienen, lamentablemente no es el caso del museo sanluqueño a quien los “cuerdos” quieren hacer desaparecer una vez fallecido su fundador.

Museo del Mar de Las Caracolas, en la calle del Truco, propiedad de José María Garrido — un antiguo marinero–, compuesto de recuerdos del mar, fotografías, monedas, fragmentos de ánforas, huesos de peces marinos.
Aquí se puede conocer el porqué de la idiosincrasia marinera. Desde lo alto del casco antiguo podemos contemplar el bosque de tejados de Sanlúcar y lo que este señor había convertido en la cubierta de un barco, con sus velas, su timón.
José María Garrido llegó a Sanlúcar angustiado porque un error suyo en una tormenta cercana provocó la muerte de su mejor amigo apodado el Candi. Los dos cayeron por la borda, José María (Pepe) no entendió por qué tuvo que ahogarse su amigo y él no, ya que el Candi era un experto nadador.
En esta población gaditana Pepe dejó sus huesos. Nadie, que no esté profundamente enamorado de la mar, puede ser capaz de dedicarse en cuerpo y alma al embellecimiento del único museo privado del mundo hecho por “amor”, del que se dice que no se buscaba tu dinero, sino tu oreja y tu asombro.

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