Me apasionan las viudas, con esa sensación de desahogo, de haberse quitado a alguien de encima aunque debo confesar que me ponen los bellos de punta el meterme en el lecho del finado. Hay algo en ellas que me remueven mis anteriores vidas o mi mala conciencia que me hacen huir despavorido de esos grupos de “singles” y redes sociales en donde últimamente proliferan con sus presencias.
La viuda de Cádiz, conocida también como “La Viuda Negra” es un ser sobrenatural con muchas descripciones de su aspecto, pero casi todas son similares y se la dibuja como una mujer alta, delgada y que está vestida con un manto negro. Sus apariciones suelen darse en las callejuelas gaditanas solitarias, siempre se la encuentra como ausente o en espera de algo. A menudo se relaciona con los hombres con una sonrisa tétrica, pero con las mujeres no se muestra ya que las odia. Muchas veces ha acompañado a hombres sin hacerle ningún tipo de daño. Su aparición es de noche y su manto negro se mueve con el viento aunque no lo haya en ese momento.
La leyenda de la Viuda Negra que a través del tiempo se ha venido tejiendo entre los gaditanos, cobra forma al brotar de los labios de cualquier sencillo narrador de La Caleta.
“Como verá Eduardo, en esta vida todos hemos tenido aventuras; las mías como persona de mar y de tierra han sido muchas y divertidas. Para que lo voy a negar, yo he sido muy mujeriego y casualmente por eso es que me han pasado tantas cosas, pero algo le queda a uno de experiencia para cuando llega a viejo”.
-Una vez me había cogido la noche fuera de Puerta Tierra, pues regresaba de cierta parte donde tenía mi enredo, no sé por qué me dio mirar a mis espaldas y vi que una luz me venía siguiendo, seguí caminando sin darle importancia, pero de momento comencé a inquietarme y volví de nuevo a mirar atrás; la maldita luz venía detrás de mí pisándome los talones, apuré el paso para llegar al barrio de Santa María y así poder alejarme de la luz que cada vez la veía más cerca, pero cuál sería mi susto cuando al coger una vuelta cerca de la Iglesia de la Merced, vi que la luz estaba frente a mí. Le confieso que fue la primera vez en mi vida que sentí miedo; todo mi cuerpo se me revolvió, la cabeza se me puso grande, se me aflojaron las piernas y mi hombría cayó por los suelos.
Eso es lo único que recuerdo, hasta que me vi acostado en una cama, tenía el rostro y el cuerpo arañado y mis ropas estaban descosidas y desabrochadas. Unos hombres de la basura nocturna fueron los que me recogieron, dicen que estaba tendido en mitad de la calle sin conocimiento.
Si usted es hombre y ha engañado a una mujer, o bien alguna de sus historias amorosas terminó con la muerte de la dama, tenga sumo cuidado caminar a la medianoche por las calles de la parte vieja de Cádiz, dado que se encuentra a la suerte de la Viuda Negra, que seguramente aparezca para vengarla o a quien le haya hecho daño.
Manténgase alerta, porque según relata la leyenda urbana, los motivos por los cuales este espectro justiciero de mujeres puede aparecer son varios. Desde engaño amoroso seguido de muerte (que no suele ser tan común, pero téngalo presente por si las dudas) hasta el asesinato por otra mujer que haya participado.
Si leyendo los párrafos anteriores usted todavía no entró en ninguna de las categorías por las cuales la Viuda Negra puede venir a atormentarlo, no se sienta a salvo aún, porque si usted no dio cumplimiento al juramento de fidelidad-seguramente obtenido bajo presión- de no volver a casarse o juntarse, en el caso que ella haya muerto, correrá peor suerte. En ambos casos, las apariciones tendrían por objeto atormentar a sus ex maridos por la nueva vida que hace junto a otra mujer después de su muerte.
De ser así, lo perseguirá y asustará de tal forma, que terminará por enfermar, ser abandonado por la concubina o nueva esposa, hasta finalmente morir casi seco de miedo. Pero esta Viuda Negra, surgida de la tragedia y la traición no se contentará con asustar a su ex marido, sino que también lo hará con todos aquellos infieles aprovechando toda oportunidad para «espantarlos» de terror, sobre todo cuando distraídos vuelven a deshoras a sus casas, envueltos en alcohol.
Las causas de estas apariciones que ponen los pelos de punta a los varones gaditanos, son miles. Algunos aseveran que aparece cuando una mujer murió de forma trágica a consecuencia de un engaño amoroso; ya porque ha sido asesinada por su marido infiel, o por la mujer que integra el fatídico triángulo de amor y muerte.
Cuentan algunos vecinos viejos “De la Viña”, que en la antigüedad se trataba de mujeres insatisfechas, perversas y sin escrúpulos que por las noches se disfrazaban de negro. Estas mujeres salían -en noches muy oscuras-, por calles y esquinas solitarias en busca del amante descarriado o del hombre que se ha burlado de su cariño.
Hay también quienes atribuyen su macabra aparición, a que un marido no dio cumplimiento al juramento de fidelidad-seguramente obtenido bajo presión- de no volver a casarse o juntarse, en el caso que ella muriera antes. En ambos casos, las apariciones tendrían por objeto atormentar sus ex maridos por la nueva vida que hace junto a otra mujer después de su muerte.
El apasionamiento por las viudas del autor de este documento, debe tener un interesante análisis. Interesante para ponerlo en discusión en tantos países de otras culturas y religiones, donde las viudas son destinadas al “abandono y al olvido”. A mí también me ponen los “vellos “ de punta cuando pienso en esa desidia que menciono, pero no sé si me “erizaría” como lo hace usted, si logro penetrar en sus hondos pensamientos que explican, aparentemente con una fascinación y encanto, esa atracción hacia las viudas.
Creo que la Viuda de Cádiz, en su espera de ese “algo” que menciona usted en su artículo, debe estar también bastante unido a su sentir y que llama “remover mi mala conciencia”, cosa que puede resultarle muy atractiva a esta viuda.
Esa Viuda odia a las mujeres ¿no será un misógino disfrazado? Pero entonces ¿por qué toma venganza en nombre de las mujeres? Parece que los narradores y quienes mantienen la leyenda, tienen confusiones no en la historia, pero si en las características de la Viuda.
Sin embargo, me sigue gustando el Trote de la culebra, unas veces “trotando” a ritmo africano y otras, bailando desafinado al estilo europeo!
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