Me gusta mucho el flamenco, por su forma de ver la vida, de amar el sentir. El flamenco en tabancos o en las tabernas gaditanas, como es la llamada “Taberna Jóvenes flamencos” en Arcos de la Frontera, indudablemente es algo cultural: el cante, el baile, la pasión, su relación con la muerte, el fatalismo, la tragedia, el amor.
Mientras “embriago” los sentidos con la voz bronca de Carmen Tundidor, acompañada por Noa a la guitarra y el buen hacer de Chris en el cajón, me “sereno” e “ilumino”, remojándome con algunas copas de manzanilla de Sanlúcar de Barrameda, entretanto arrastro la mirada distorsionada por la dilatación de las pupilas, saltando de una fotografía a otra, de tantas que cuelgan en las paredes de la taberna, obra del fotógrafo jerezano Leafar.
Los vicios mayores como la fotografía no podemos abandonarlos, persisten en mí a pesar de nuestros olvidos, tienen el vicio de ese amor que jamás te deja, aunque permanezca en silencio.
Accionar una cámara fotográfica para retratar un determinado motivo es antes que nada pensar. Para Leafar (Rafael Barrios Gil), hacer una foto más que una actividad mecánica es un acto de creación. Las fotografías de Leafar, adquieren una perspectiva distinta. La luz, la sombra y los colores, el blanco y negro, se entrelazan ofreciendo un ritmo armónico del mundo del flamenco. Son paisajes humanos meditados desde una mirada interior, sentimientos que se piensan a golpes de azar en un vistazo. Las fotos de Leafar son un signo de creación artístico sin igual. Con enorme precisión capta todos los matices del flamenco, todos sus efusivos detalles y esa majestuosidad callada de una realidad distinta y que pertenece a las coordenadas del sueño. Como buen amante del mundo del flamenco, mamado este en Jerez de la Frontera, va en busca del mismo para laminarlo con honestidad en una foto y más que inventar la foto la encuentra con esa ojeada lúcida de un alguien que piensa y examina desde la sensibilidad sin otra musa que el trabajo constante.
La percepción visual de la belleza, nuestra capacidad para asignar atributos estéticos a las formas, colores o movimientos de los objetos, es una habilidad exclusiva de la especie humana que reside en la corteza prefrontal del cerebro. En ella, Leafar es un poeta visual que utiliza la fotografía. Me encanta su obra, aunque en este momento solo la vea en medio de los efluvios etílicos que me llenan sus fotos de reflejos, los mismos que siempre me hacen contemplar otras realidades. Estas fotos también están contando algo, hay muchas formas de verlas. Para mí el color no me deja soñar, el blanco y negro es mucho más misterioso, no es que te distancie, simplemente nuestro mundo imaginario es distinto, El color me resulta demasiado real, por eso prefiero ver las fotos de Leafar, a través de una copa de vino, repletas de múltiples reflejos y, arropado por bulerías.
Mushas gracias Eduardo por este magnifico articulo……….y ke vivan los pistoleros!!!!!! Jejeje
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Eduardo solo decirte gracias,por tu visión de la fotografía,expresa de manera simple y llana lo que un aficionado a la fotografía siente .
Lastima no haber estado en tan buena compañía, degustando esos efluvios de buen cante y vino.
Abrazos muy flamencos.
Leafar.
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