Era la medianoche, hacia un frío fastidioso en la Plaza San Miguel de Jerez de la Frontera, en donde me disponía a ver por vez primera la Madrugá, en la Semana Santa jerezana.
Había llegado con suficiente antelación, como me aconsejaron. Una valla azul delimitaba los espacios; me acomodé en el sitio que mejor me pareció, justo delante de la puerta principal por donde, se suponía, saldría la procesión.
Empezó a llenarse la plaza, con gente que surgía de todas las calles aledañas.
A mi vera izquierda, tenía un joven con aspecto normal, a mi derecha una pareja de enamorados y, por detrás, una cantidad incontable de seres que apretujaban.
El joven antes nombrado, se encontraba acompañado de un amigo algo más alto que él, y de la misma edad. Pronto, y con cualquier pretexto, entablamos conversación para hacer la espera más llevadera. Al rato dijo que deberíamos trasladarnos un poco más a la izquierda porque en donde nos hallábamos seriamos tapados, y veríamos poco.
Realmente no percibí motivo para su suposición. Me explicó que tenía un Cronovisor de fabricación casera con el que había podido vislumbrar lo que sucedería.
Sacó de su bolsillo un móvil y me enseñó fotografías (captura de pantalla), de poca calidad; enfoque borroso del lugar en donde aparecíamos con diferencia del momento presente, mostrando esas imágenes muchas personas entremedias y delante de nosotros, estorbando la visión.
Por estar explicándome las fotos, cuando nos decidimos a movernos, ya no pudimos desplazarnos a un emplazamiento mejor, según su opinión.
Efectivamente, al poco rato un señor mayor corrió, por su cuenta, la valla de enfrente de donde esperábamos, avanzándola. Muchas personas se introdujeron y quedamos, bloqueados, y enfadados.
Vi la procesión como pude, echando pestes; de nada me sirvió el haber llegado con buen tiempo, no me había facilitado el querer estar en primera fila.
Por lo que entendí, parece ser que el Cronovisor casero del chico, estaba construido básicamente por un móvil, una web can externo y un micrófono inalámbrico también externo, mas algo de lo cual no soltó prenda y no supe entrever.
Eso sí, me explicó amablemente que se podía ir hacia delante y atrás en el tiempo, basado en la física cuántica, algo muy revolucionario; aunque en la práctica, hasta el momento, solo se pueden captar mayoritariamente señales del pasado y de muy baja calidad.