En el año de 1841 ocurrió un hecho en Jerez que llegó a poner a los pacíficos vecinos de la Barriada de Vallesequillo de esta ciudad en un estado de alarma, y miedo, que hacía, que una vez anochecido, se retiraran a sus domicilios, cerrando a canto y lodo ventanas y puertas. Todo era debido al hecho inaudito de ver, en la noche oscura, una luz que corría en el cielo. Ya horizontal, ya verticalmente, que según la fantasía de algunas personas de aquella época, era el alma de cierta vieja que la tuvieron en vida por bruja, la cual echaba las cartas facilitando brebajes y ungüentos, y que venía por las noches a ver a sus antiguos vecinos y parroquianos. Como todo esto fuese en aumento, llegó a conocimiento del Ayuntamiento, el cual ordenó hacer una extensa averiguación sobre el particular, alcanzando a ponerse en claro que el tal fantasma o alma en pena de la bruja no era más que la perrería del hijo de vecino llamado Juan David Gordon, que para meter miedo entre los vecinos, elevaba en noches oscuras, y cuando el viento le favorecía, un pandero o cometa, a cuyo extremo de la cola le sujetaba un farolito con una vela, dando la sensación de alarma y sustos con bajar y subir la luz mientras le duraba la vela.