A lo largo de la historia distintas razas y religiones le han llamado con diferentes nombres, pero en cada una de ellas su significado es similar ya que en todas las culturas en las que se le menciona, personifica fuente de vida.
El árbol en sí personaliza la espiritualidad, la conexión entre el cielo y la Tierra, entre lo divino y lo humano. Tiene raíces que llegan hasta lo más profundo de la tierra. El tronco equivale a esa unión entre la vida y la muerte que es la vida y todas las ramas que aparecen en el árbol son los múltiples caminos que nos podemos encontrar en nuestra existencia.
En la mitología persa existía un árbol del mundo, era conocido con el nombre de Gaokerena. Era el portador de todas las semillas del mundo y cuando se comían sus frutos o se bebía su jugo curaba todas las enfermedades, aumentaba la fertilidad e incluso proporcionaba la inmortalidad y la perfecta felicidad a los muertos al resucitar. Ahriman, el dios responsable de todos los males del mundo, incluida la muerte, quería impedir que a través de las semillas del Gaokerena, la Tierra se poblara de árboles y creó un sapo que envió al árbol para invadirlo y destruirlo. El dios Ahura Mazda, encargado de todo lo bueno, incluida la vida, creó dos peces mágicos para que vigilaran el árbol de la vida y mantuvieran alejado de él al sapo. Desde entonces los dos peces sostienen fijamente la mirada del batracio e impiden que lo destruya.
El árbol te recuerda que estás conectado directa o indirectamente con el mundo y con todo lo que hay en él, que requieres para prosperar y crecer. Equivale a lo relacionado que estamos todos los seres vivos en el plano físico y en el espiritual. Las raíces nos muestran de dónde venimos y las ramas como nos conectamos. También la relación que tenemos con el cosmos y todo el universo en general.
El Árbol Esenio representa catorce Fuerzas Positivas, siete Celestiales o Cósmicas y siete Terrestres o Planetarias. Tiene siete raíces profundizando en la Tierra y siete ramas que se extienden hacia el Cielo, simbolizando la relación del hombre tanto con la Tierra como con el Cielo.
Las raíces representan las Fuerzas Terrestres: la Madre Terrenal, el Ángel de la Tierra, el Ángel de la Vida, el Ángel de la Alegría, el Ángel del Sol, el Ángel del Agua y el Ángel del Aire. Las ramas encarnan las Fuerzas Cósmicas, el Padre Celestial y sus Ángeles de la Vida Eterna, del Trabajo Creativo, de la Paz, de la Fuerza, del Amor y de la Sabiduría. Todos ellos forman Los Ángeles Esenios del mundo visible e invisible. Es el árbol olvidado.