No solo se ve Jerez con los ojos.
––Beba un vino fino de Jerez o arrepiéntase para siempre. De tres golpes. De tres tragos, como si fuera un legionario infiltrado en un banquete nupcial.
En Jerez de la Frontera, hay alguien siempre que te observa desde un lugar desconocido. En esta población tan vieja como el invento del pan, las personas no son quienes creemos ni están donde creemos. La mitad de la vida de la ciudad ocurre de noche. Entonces hay una moralidad más incierta. Es cuando tenemos nuestros propios miedos, nuestras propias perspectivas, nuestras propias preocupaciones y nuestras propias infancias.
En ella, está prohibido creer en otra corriente, está prohibido no creer en nada y está prohibido pensar en el Dios verdadero de forma incorrecta. Menos aún en la idea de que Dios hubiese dejado embarazada a María mientras el pobre José no podía más que quedarse mirando.