El antropólogo busca las claves de las costumbres funerarias de la Prehistoria observando los enterramientos y ritos funerarios de las sociedades locales por esto no puedo evitar poner el foco en un hecho inusual.
Se trata de una inhumación doble en fosa simple que constituye toda una rareza al hallarse a dos individuos frente a frente y con los miembros inferiores y superiores entrelazados.
La pareja de San Fernando (Cádiz) presenta una datación de C-14 AMS efectuada directamente sobre un hueso de uno de los individuos cercana a los 6 mil años a.C.
No hay duda acerca de la intencionalidad por parte de los que efectuaron el enterramiento de que hubiese contacto físico entre ambos individuos, debido a que debió existir entre ellos un fuerte vínculo afectivo.
La presencia de los miembros entrelazados de ambos individuos sugiere una muerte sincrónica o muy próxima en el tiempo. Es a destacar la presencia de ocre (pigmento rojo) depositado en la mitad inferior de ambos individuos así como la localización de diversas agujas de hueso en la parte posterior del cráneo del individuo adulto probablemente relacionadas con el tocado del peinado. Hasta que no se demuestre lo contrario, hablamos del enterramiento de una mujer mayor y una persona joven. El individuo depositado a la derecha corresponde a un adulto con una edad dental estimada entre 35-40 años, cuyo sexo está pendiente de confirmar a través del estudio antropomórfico y antropométrico, mientras que el de la izquierda corresponde a una posible niña de unos 12 años.
Los ritos funerarios tienen un significado claramente religioso, ya que son, en primer lugar, una respuesta elaborada a la constatación del hecho de la muerte -una reflexión trascendente- y una exaltación de la memoria de los muertos.
El culto a los muertos de la población neolítica de San Fernando implica la presencia de la conciencia de la muerte, probablemente la creencia en los espíritus de los muertos y en una comunidad de difuntos, y casi con toda seguridad, una concepción de la muerte como una prolongación de la vida con unas necesidades más o menos similares a ésta.
Hace unos 8 mil años a.C. se inició la revolución neolítica, que implicó el primer periodo de cambios radicales en la historia de la civilización humana. La agricultura, la domesticación de animales, la invención de la alfarería y la industria textil, la aparición de tecnología compleja, la sofisticación de las creencias mágico-religiosas y otros adelantos en el desarrollo de las comunidades humanas sucedieron durante esta época.
El último periodo cultural de la Edad de Piedra se ha denominado tradicionalmente Neolítico y presenta una de las etapas históricas más interesantes por las transformaciones de toda índole que experimentaron las sociedades de aquellos momentos.
El Neolítico se caracteriza esencialmente por la producción de alimentos, es decir, agricultura y domesticación de animales. Estos dos factores conllevan el sedentarismo y la piedra pulimentada, que junto a la cerámica son absolutamente necesarios para definir un horizonte neolítico. Estas características se asientan sobre factores medioambientales, materiales y espirituales. La agricultura, la cerámica es creación de una sociedad matriarcal, un descubrimiento de la mujer. Durante el Neolítico se produjo un aumento del prestigio de la mujer, hasta el punto de que muchos poblados eran matriarcales, el poblado gaditano de San Fernando de hace 6 mil años antes de Cristo no es una excepción.