En aquel entonces, Jerusalén prefería vinos de poca acidez y concentrados.
Los caldos se solían mezclar con especias y frutas –canela, azafrán, granadas, mandrágoras, etc. – consiguiendo mejorar el sabor. Además, se les añadía resina para prolongar la vida del vino.
Los hallazgos arqueológicos indican que en esos tiempos los vinos de poca acidez y concentrados eran populares en Judea.
En Judea, región cercana a Jerusalén, donde se cree que tuvo lugar la última cena, fue descubierta una jarra con la siguiente inscripción: «Vino hecho con pasas negras». Ello quiere decir que los viticultores del pasado pudieron haber usado uvas secas en la producción de bebidas dulces y densas. En zonas cercanas se hallaron también jarras de «vino ahumado» y «vino muy oscuro».
Hoy en día. y para hacernos una idea aproximada, tenemos “Cream Sherry”, el llamado dulce encanto de Jerez.