Según el evangelio apócrifo de Nicodemo, cuando Cristo iba camino del Calvario, una piadosa mujer enjugó su ensangrentado rostro con un paño, en el que quedó impresa su «verdadera imagen» («Vera Icona» en latín), dando lugar a que se identificará a la mujer con el nombre de Verónica.
Zurbarán abordó el tema de la Santa Faz en diferentes épocas de su vida, el rostro doliente de Cristo queda enmarcado por el paño, magistral en su tratamiento y disposición, pareciendo estar suspendido de un muro mediante cordones que anudan los ángulos superiores y por un alfiler que fija la parte central, marcando un pliegue triangular, mientras la parte inferior pende normalmente sin nada que la sujete.