EL INFRAMUNDO DEL VILLAMARTA

Los sótanos (el estómago), son una parte muy importante de un teatro, al que todo el mundo olvida adrede. Nadie le presta atención. En realidad bajé a los sótanos del Teatro Villamarta para conocer cómo había resuelto el arquitecto Teodoro Anasagasti, la construcción de esos espacios del teatro en el año 1926 -1928 (fue uno de los primeros edificios en España levantados en gran parte con hormigón).
Grandes figuras de la escena mundial han pasando por el escenario del Villamarta, anteriormente a su construcción fue convento y hospital.
Son muchas las personas que dicen que hay fantasmas en el Teatro Villamarta. Nadie se atreve a contar públicamente lo que ha sucedido y, sigue ocurriendo, entre las bambalinas, en el patio de butacas, pasillos, la escalera que baja al sótano y el sótano mismo del teatro.
En el Villamarta se escuchan voces, pasos y se intuyen presencias de algo o alguien, que nadie puede ver físicamente. Seres extraños, risas infantiles, fantasmas, toques, gotas, accidentes, y muchas más situaciones que ponen a todos con los pelos de punta.

Hay algunas supersticiones acerca de esto en el mundo artístico, una es que se debe de dejar un día libre para que los fantasmas de cada teatro puedan disfrutar de sus propias funciones en una dimensión pasada, por esta razón y para dejar descansar a los artistas el lunes no hay funciones. Otra es dejar una luz encendida en el escenario para que esta sea la que ilumine la función del o los fantasmas que habitan el teatro.
Hace ya muchos años que se narran historias de sucesos extraños que acontecen en uno de los enclaves culturales más importantes de Jerez de la Frontera. Los empleados creen en ellos y se acostumbran, con el tiempo, a que formen parte del lugar. Se corporizan o manifiestan tocando elementos de la escenografía, moviendo cosas o haciendo ruidos se aparece en muchas ocasiones; a veces en el escenario o camerinos. También se cuenta de un hombre anciano que se presenta entre las butacas del público para ver las obras que le llaman la atención.

«Una mujer cubierta con un velo, increíblemente hermosa y, también mayor. Debe de tener más de sesenta años, con aspecto majestuoso y fuerte, como el de un ser atemporal. Tiene ojos profundos y conmovedores, más un cabello largo plateado que le cae sobre sus hombros». Son las palabras de uno de los testigos del Teatro Villamarta, que asegura haber visto un día.
Si en alguna ocasión visita este teatro jerezano misterioso, y un escalofrío le recorre el cuerpo, tal vez este sea provocado por el aliento de algo misterioso. En el mejor de los casos, si le gustan estas experiencias, no sea solo un simple escalofrío y tal vez pueda ver un alma en pena que quizás en vida estuvo relacionada con el Villamarta y que se aferra a quedarse en el lugar. El que sea otra cosa: ¡Vaya usted a saber!.