De alguna forma, Jerez de la Frontera es más que un lugar en el sur de España, es una presencia. Si quieres conversar con ella, sube al mirador de la Biblioteca Municipal Central, ahí serás iluminado. No tiene explicación razonable, bajaras transformado en un estoico o en cínico de la Escuela de Cinosarges.
El estoicismo es una corriente de pensamiento muy intenso, peligrosamente potente, porque crea individuos que no pueden ser intimidados por los poderosos, porque no temen abandonar todo o morir. El estoicismo es muy duro, firme, peligrosamente robusto, porque proporciona al individuo un arma infalible para luchar contra la adversidad: la capacidad para armarnos contra la desgracia y salir adelante. Por algo es eliminado de los planes de educación en los Institutos, no conviene al “Sistema”.
A los Cínicos y a los Estoicos les importa todo un rábano, les resbala todo, les implica todo un huevo, todo se la trae al pairo, todo les atañe un carajo, les afecta un culo. Aunque no podemos controlar lo que nos pasa en la vida, podemos controlar nuestra percepción y nuestra reacción. Cuando todo te importa un pepino, eres capaz de lograr las hazañas más increíbles. Hay que ver el lado positivo de casa cosa, porque cada cosa por sí misma, merece la pena un pimiento. Un estoico no es perturbado por las cosas, porque sabe que no tiene control sobre ellas. Simplemente, puedes cambiar de opinión sobre las cosas malas que te ocurren.
Los no estoicos viven en una constante frustración, haciendo frente a las vicisitudes de la vida y sintiendo que todo lo que nos rodea es un ataque contra nuestra persona.
Que todo rasque igual, no significa que permanezcamos indiferente a todo, sino que estemos cómodos con todo lo que venga. No hay nada de bueno en la indiferencia, es esconderse en un pozo gris sin emociones. En Colombia decirnos “me importa un culo” y seguimos tan campantes. La clave está en que las circunstancias externas te importen menos o igual que caca de gallina en la punta de un palo (En España se dice importa un culo).
Muchas cosas son capaces de amargarnos la mañana, la tarde, la noche y todo el santo día. Y no deberían. Son una oportunidad. Si todo te importa un huevo, la vida es más fácil.
Con la edad de Matusalén, en la que transcurro, se da uno cuenta que la mayoría de las cosas tienen poco impacto en la vida, ahora parecen una nimiedad. Nos hemos vuelto selectivos con los pimientos, los rábanos, los huevos y los culos que verdaderamente importan.
La simplificación estoica nos hace jodidamente felices. No podemos cambiar las cosas, pero si la forma en la que la vemos. De alguna manera, tienen la importancia que uno les quiera dar. Por eso, sencillamente digo que RASCA IGUAL, ME IMPORTA UN HUEVO.