LA DIOSA DEL VERANO AZTECA EN ALCOSSEBRE

En la otra acera de la terraza del bar Antonio, en Alcossebre (Castellón), me mira fijamente una mujer mayor. Pocas mujeres mejoran con la edad. Las arrugas en la mujer que me mira, frente al bar, cuando ríe y sonríe, son un excelente complemento.  

La clientela del bar Antonio es variopinta, hay algunos bebedores empedernidos, nada de aficionados, la mayoría hombres, que se tambalean en la barra y en la parte de la pared del fondo. No entran a este bar a entablar relaciones sociales, a hablar de deportes o de política, o a catar vinos estupendos. Entran a emborracharse y a continuar borrachos mientras se lo permitan sus bolsillos y sus hígados.

En Alcossebre, el sol en verano te golpea como un puñetazo en el pecho. Aquí, en verano, se tiene la impresión de que siempre hace sol. Siempre hace sol y calor, incluso de noche.

Las neuronas las tengo fritas, achicharradas y, recuerdo que hoy es un gran día en México. La tradición se remonta a la época azteca y rinde honor a la diosa Mictecacihuatl, la «Señora de los Muertos», pero los sacerdotes españoles con su Santa Inquisición acuestas, la maquillaron y la trasladaron de mediados de verano a otoño, para que coincidiera con la víspera del día de Todos los Santos.

Dicen que, si mueres en sueños mueres en vida, pero a veces es difícil diferenciar entre los vivos y los muertos. Mi próxima parada es el bar “El último pino”. Como soy del otro lado del charco, la fiesta a la diosa Mictecacihuatl, la «Señora de los Muertos», la celebro en verano, y esta vez en Alcossebre. ¡Continua la fiesta!