“No cabe duda de que, las largas horas de servicio a bordo de las locomotoras, debió aguzar la imaginación de los ferroviarios para poder comer caliente. Teniendo junto a ellos un gigantesco generador de vapor, la caldera de la locomotora, es fácil suponer que pronto idearían un sistema para aprovechar esta fuente de calor. La solución era sencilla: forrar una olla metálica, de modo que se conformaba una cámara en la que se introducía el vapor de la caldera. De este modo, y con el constante traqueteo de la locomotora, se cocinaban lenta y pausadamente, los mejores cocidos”.
Las «putxeras» u «ollas» ferroviarias es un sistema sencillo y eficaz con el que los ferroviarios pudieron compatibilizar su duro trabajo con una alimentación sabrosa y saludable. Las ollas ferroviarias también denominadas «putxetas», también se las conoce como pucheras, al menos, por las tierras «bañadas» por la Robla en el norte de la provincia de Burgos, obviamente con «ch» en lugar de «tx» al escribir.
Junto a la putxera, otro invento que hizo más agradable el trabajo en el ferrocarril, fue el chuletón a la pala. Para ello bastaba con asar la carne, untada con grasa, sobre la pala con la que se echaba carbón en la caldera de la máquina. De esta forma, cada uno tomaba la carne a su gusto, poco hecha, en su punto, o si no se prestaba atención, chamuscada.

El secreto de unas buenas alubias ferroviarias consiste en “hay que evitar que hiervan en exceso para no romperlas y tampoco deben moverse demasiado pensando que así van a lograr un caldo espeso». En la zona de Palencia y León, la olla ferroviaria se hace principalmente con alubia blanca y chacinería como papada o careta. En Cantabria, es más típico el cocido montañés, mientras que en el norte de Burgos y en Vizcaya, la olla es de alubia roja con hortalizas y chorizo, tocino y morcilla.
La alubia se cuece en agua fría. Una vez cocida, se añaden las hortalizas cortadas muy finas. Estas hortalizas son las que crean una especie de caldo o crema que caracteriza a este plato. Las verduras se cocinan con carbón a fuego muy lento durante unas cinco o seis horas. Es importante mover la olla con movimientos circulares, pero no se introduce ninguna cuchara o cazo para removerlo. El movimiento asemeja el vaivén del tren.
Al compás del chacachá, del chacachá del tren: ¡Que gusto da viajar, cuando se va en el tren! pues parece que el amor, con su dulzón vaivén, produce más calor, que el chacachá del tren…