EL CONSOLAMENTUM CÁTARO EN MORELLA-CASTELLÓN

Digámoslo así, es cierto que existen dos principios de las cosas, el uno bueno, el otro malo; y este último es la causa de la corrupción de los santos elementos y, también de todo mal. Algunos cátaros en Castellón eran iniciados, que poseían los términos de entrada y salida en el cuerpo físico y dominio del mismo (endura). Su afección a la naturaleza (lo que ha hecho Dios es bueno) y su interés y manejo de esta, no serían sino la atención a uno de los dos polos (el femenino, el pasivo, la naturaleza naturada) de todo cuanto existe.

De alguna forma, un vecino de Morella, me facilitó tomar notas del servicio de la consolación (Consolamentum) de los cátaros que residieron en esta localidad. En Morella (Castellón), hubo un puñado de cátaros del siglo XIV, comandados por el perfecto Guillem Belibasta, que decidió refugiarse entre las escarpadas montañas de este santuario de la soledad.

Nos deja claro, el Consolamentum era el único sacramento administrado por los cátaros, una especie de bautismo, comunión y extremaunción juntas: “El Ordenado tomará entonces el libro (evangelio de San Juan) de las manos del creyente y le dirá: Josep (suponiendo que se llame así), ¿tenéis la voluntad de recibir este santo bautismo de Jesucristo, en la forma en la que se os ha recordado que ha sido dado, y de guardarlo toda la vida, con pureza de corazón y de espíritu, y de no faltar jamás a este compromiso por el motivo que sea?». Y Josep debe responder: «Sí, la tengo; rogad por mí al buen Dios a fin de que me dé su Gracia». El Ordenado debe decirle a continuación: «Que el verdadero Señor Dios os dé la gracia de recibir este don para su gloria y vuestra salvación». Que el creyente se levante, y haga una reverencia delante del Ordenado, y repita lo que le haya dicho el Anciano situado cerca del Ordenado, a saber: «He venido ante Dios, ante vos, ante la Iglesia y ante vuestro Santo Orden para recibir misericordia y perdón de todos mis pecados, que fueron cometidos o perpetrados en mí desde tal fecha hasta hoy. Rogad a Dios por mí a fin de que me perdone.

Benedicite parcite nobis. El Ordenado deberá responderle: «En nombre de Dios, en nuestro nombre, en nombre de la Iglesia, de su santo Orden, de sus santos preceptos y de sus discípulos, recibid perdón y misericordia por todos los pecados cometidos y perpetrados desde tal fecha hasta hoy. Que el Señor Dios de misericordia os perdone y os conduzca a la vida eterna». El creyente debe decir: «Amén, que nos sea hecho, Señor, según tu palabra».