EL ÁRBOL MÁGICO DE CÁDIZ, EL DRAGO DE LA ESCUELA DE ARTES Y OFICIOS

guia-del-suspense-en-la-provincia-de-cadiz

El drago de la foto se encuentra en el patio de la Escuela de Artes y Oficios de Cádiz, en el callejón del Tinte, nombre posiblemente debido a la actividad derivada del árbol.
Estrabón (III, V, 10), más preocupado por la identificación precisa de las especies botánicas, recogió esta descripción: «Posidonio habla también de un árbol que hay en Gádira con las ramas dobladas hasta el suelo, cuyas hojas ensiformes miden a menudo un codo de longitud y cuatro dedos de anchura…t .. Sobre el árbol de Gádira se cuenta además que al romperse una rama brota leche, y cuando se corta una raíz sale un jugo bermellón»‘ . A los datos de Posidonio le añade Estrabón que ha conocido en Egipto un árbol similar al gaditano por la curvatura de las ramas, pero sin frutos.
Como Estrabón relaciona este árbol gaditano con especies vegetales cuyas hojas se aprovechaban como fibras textiles, parece que también puede referirse a la misma planta.
Aristóteles cuando habla de un acanto textil de Erytheia, es decir, de la isla menor del archipiélago gaditano que conservaba en época romana el nombre de la hesperide Eritia, madre de Eurytion, el boyero de Gerión. De otra parte, Licofrón y Pausanias, sabían que el árbol de Gerión destilaba sangre y el comentario de Servio a los versos de Virgilio en la Eneida (VII, 662) atribuye el nacimiento del extraño vegetal a la sangre derramada por el propio Gerión, lo que justificaría su localización sobre la tumba y el color de su extraña savia”.
Otros autores antiguos se fijaron esencialmente en las propiedades de la savia del drago como tinte y sustancia medicinal; por su color rojo se relacionaba con el cinabrio y como «sangre de dragón» se le atribuían propiedades curativas diversas, esencialmente para la dentadura.
San Isidoro (Etym. XIV, 6, 7), basándose quizás en Plinio, decía que la savia del árbol de Cádiz se convertía en gemas al secarse y vitrificarse ‘, y al-Himyarí copió la misma noticia en época medieval ambos citan al árbol maravilloso como existente en Cádiz con independencia de las alusiones míticas. Tras ellos pueden relacionarse los comentaristas de Dioscórides
Las singularidades del drago son tantas que aún en nuestros días se ofrecen dudas a los naturalistas sobre su forma de crecimiento y reproducción; tanto los autores antiguos como los modernos plantean interrogantes sobre si el drago produce o no frutos y semillas y se admiran de su longevidad.
Al parecer, la floración de los dragos no se produce sino cada quince arios y es éste también el momento en que se ramifican, pero no con absoluta regularidad, puesto que hay ejemplares de gran tamaño que conservan sólo el fuste principal del tronco sin ninguna derivación durante muchos años, y otros que ofrecen pronto múltiples ramas entrelazadas.
En Cádiz subsiste un ejemplar de drago de gran tamaño que es descendiente del que existía hasta el siglo pasado en la huerta del convento de San Francisco; se trata del que ocupa con sus frondosas y enredadas ramas el compás antiguo del mismo convento hacia el callejón del Tinte. En el centro de la actual Plaza de Mina, estuvo su progenitor, de gran tamaño y antigüedad, que «murió de mano airada, y fue sepultado su cadáver en uno de los pozos que hay en la plaza» los viajeros y los historiadores locales gaditanos citan otros dos hermanos del ejemplar del Tinte que estaban, uno en el convento de Capuchinos y otro en la Facultad de Medicina.
El drago se revela como un árbol especialmente delicado y de difícil reproducción; Enfile «auguraba hace siglo y medio un mejor futuro a los dos hijos del primitivo, que hoy ya no existen, y defendía su autenticidad y correspondencia con el descrito por Estrabón y Filóstrato; sin embargo, los eruditos gaditanos más antiguos se limitaron a copiar las noticias de los clásicos sin proponer su identificación con ningún ejemplar que ellos reconocieran, y sólo mencionan sus llamativas peculiaridades y su relación con Gerión y con el templo de Hércules Gaditanus .
En las excepcionales características biológicas del drago están algunas razones de la admiración que causaba en la Antigüedad y las imprecisiones de su descripción, tanto en los textos como en el bronce de Samos. Un árbol que aparte de tener el tronco retorcido y la savia roja, puede o no ramificarse y producir flores y frutos cada quince arios y que es entonces cuando le visitan ciertos pájaros, debía llamar poderosamente la atención; si a ello se une que alguno de sus escasos ejemplares se elevaba precisamente en un lugar preeminente del área sagrada del Herakleion gaditano, resultaba inevitable relacionar tan maravillosas propiedades con la lucha mítica entre Gerión y Heracles. Que el autor del bronce de Samos estaba al corriente de todo ello se pone de manifiesto en la singularidad de sus dibujos, que no pueden explicarse como una versión especial de un olivo, y menos aún como «el sabor oriental de un exuberante paisaje vegetal» o «un paisaje exótico y exuberante con palmeras».
El drago de Cádiz puede ser un símbolo del tronco común que ha sido origen de relatos e imágenes muy diversas. Los elementos esenciales del paisaje gaditano que impresionaron a sus antiguos visitantes griegos fueron unas islas expuestas al oleaje en las que crecía un árbol con aspecto de serpiente que exudaba savia roja y del que nacían pequeños frutos similares a piedras preciosas; las explicaciones de los fenicios, que ya habitaban Cádiz, debían unir los mitos locales a sus propias ideas sobre Melkart, tan parecido a Heracles que ambos se identificaron en un sólo Hércules Gaditanus; el ganado retinto, tan deseable como presa, custodiado por enormes mastines, el caudaloso Guadalquivir y el ancho estero del Guadalete, mucho mayores que cualquier río mediterráneo si se exceptúa el legendario Nilo, las montañas plateadas de la Serranía de Grazalema que servían de referencia a unos montes cuajados de ricos metales y los cultos locales a diosas relacionadas con las aves y las serpientes establecieron elementos que, junto a los mitos griegos sobre Heracles, dieron forma a la redacción definitiva de los trabajos occidentales.
Debió existir una narración tartésica extensa cuya trama esencial era el robo de ganado cerca del árbol maravilloso a unos pastores gigantescos; la mayor parte de sus ingredientes se aplicaron al trabajo de los bueyes de Gerión, pero otros se incluyeron en el del Jardín de las Hespérides, con su árbol de frutos preciosos custodiado por un dragón y en el de la captura del perro Cerbero en los propios Infiernos.
Las diosas tartésicas, que conservaron su carácter amable en Cádiz, quizás como una forma de integración religiosa propiciada por los fenicios, se convirtieron en la referencia genérica a las deidades más temibles y en las madres de todos los monstruos locales del Mediterráneo, tanto de apariencia humana como de forma animal. En la Teogonía de Hesíodo, los últimos vástagos de la estirpe oceánica, nacidos en los antros de la costa tartésica, es decir, en las montañas de la Serranía, eran Equidna, la Hidra de Lema, Quimera, la Esfinge y el León de Nemea; no es difícil reconocerlos también en algunas obras de estatuaria ibérica.


HA CAÍDO (Abril 2013)
La incultura, el desinterés y ocultas motivaciones LO HAN DEJADO CAER-
“Pa” llorar de pena penita pena. “Difícil es pasar por delante del drago de la antigua escuela de Bellas Artes (Cádiz) y no pararse a contemplar la escena, incluso retratarla. Su gigantesco tronco de más de 250 años de antigüedad y con algún que otro quiebro importante, cruza todo el ancho del patio de la academia y se levanta medio metro del suelo”.

libro-trazos-jerez-asombroso

arbol--647x231

Un comentario en “EL ÁRBOL MÁGICO DE CÁDIZ, EL DRAGO DE LA ESCUELA DE ARTES Y OFICIOS

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s