La Sierra de Cádiz es una zona de grandes recursos naturales, ambientales, culturales, históricos y antropológicos.
En el valle bajo y medio del Guadalquivir se establecen los principales herederos de la cultura tartésica: los turdetanos. Tanto en el aspecto cultural, como comercial y político, tenían una personalidad propia que les diferenciaba del resto de los pueblos íberos, siendo los más civilizados de la península.
Los turdetanos fueron un pueblo íbero que habitaba en la Turdetania, región que abarcaba el valle del Guadalquivir desde el Algarve en Portugal hasta Sierra Morena, coincidiendo con los territorios de la antigua civilización de Tartessos. Era el pueblo más civilizado de la península ibérica a la llegada de los romanos. Su próspera economía es alabada por Estrabón quien afirma que los Turdetanos son los más cultos de los íberos.
A igual que otros pueblos íberos no se trataba de una población belicosa, no hacían esclavos en sus batallas, y contaban con una sociedad fraccionada en dos grupos, los líderes y una servidumbre trabajadora. Tras la desaparición de Tartessos, los territorios de la Turdetania quedaron separados y si bien podríamos encontrar numerosas ciudades autónomas culturalmente similares, no tenían una organización política que pudiera hacer frente a los poderosos invasores.
Incapaces de proteger sus territorios quedarán limitados a vivir en el valle del Guadalquivir de la agricultura, y con el tiempo acabarán fundiéndose en la Pax Romana
Debemos rastrear el mundo hispano-romano para percibir la identidad de esta grandiosa ciudad, de la que aún se ignora su nombre, datada con una cronología que iría desde los siglos II a.C. hasta el siglo IV d.C. Posteriormente, se constata la ocupación de este yacimiento en los siglos XII y XIII por población almohade.
Entre los restos emergentes destaca un complejo sistema hidráulico, con la denominación latina de «Castellum Aquae», edificios cuya finalidad era la captación (caput aquae), limpieza (piscinae limariae) y transporte del agua, rodeados todos ellos por murallas y del que se conocen hasta el momento tres estructuras.
Este modelo de ingeniería hidráulica no tiene paralelo. No se trata solo de aprovechamientos de recursos hídricos de buena calidad, sino del conocimiento del potencial de la sierra, la planificación y regulación de dichos recursos que van mas allá de la toma de un manantial con la búsqueda de otros puntos de orígenes distintos pero en un mismo entorno. Lo que importaba es la cantidad, asegurarse un aprovisionamiento regular y suficiente.
En la parte más elevada del yacimiento se ubica un gran depósito de recogida y almacenamiento del agua que emanaba de un manantial cercano y que caía en forma de cascada. Conocido por los lugareños como el «Baño de la Reina», fue construido al excavarse en la roca natural y poseía una capacidad para albergar unos dos millones de litros de agua aproximadamente.
A media ladera, se localiza un conjunto formado por nueve piletas abovedadas, cuya función era la limpieza mediante decantación del agua, por medio de vasos comunicantes y sifónicos, proveniente de la pileta anterior.
En la parte inferior, junto a la muralla se encuentra el último depósito donde se almacenaba y posteriormente se distribuía el agua, la limpia, a los edificios de la ciudad para diversos menesteres, a través de canales que aún hoy día se conservan.
Algunos historiadores barajan la hipótesis de que este sistema hidráulico sirviera de abastecimiento a un ramal del acueducto que iría del Tempul hasta la propia Gades.
Las Necrópolis, halladas en la ladera norte del yacimiento y llanos contiguos, conservan estructuras de diverso tipo, incluso algunas que pueden ser Mausoleos.
En el llano contiguo a la ladera oeste se conservan estructuras de sillares en forma de podium las cuales, debido a las dimensiones y características, se han interpretado como posibles edificios públicos de grandes dimensiones, que reflejarían la importancia y monumentalidad de la ciudad. Esta zona se encuentra sin excavar y no es visitable en la actualidad.
Por último, existe un recinto amurallado defensivo, del que se conservan algunos lienzos y los restos de una de las posibles puertas de acceso, que rodean gran parte de la ciudad.
Localización: se emplaza en el Cerro del Moro, estratégica atalaya natural que permite el control visual del valle del río Majaceite (afluente principal del río Guadalete). Para el acceso, desde la carretera que desde Arcos de la Frontera conduce a Algar, se toma un desvío señalizado a izquierda que conduce al yacimiento.
Descripción: en este yacimiento existe un poblamiento continuado que abarca una secuencia temporal bastante amplia que va de la ocupación romana, siglos II ó I a.C. al siglo IV d.C., a la ocupación almohade, siglos XII y XIII d.C. Entre los restos emergentes destaca un complejo sistema hidráulico amurallado, denominado por los lugareños “Baño de la Reina” del que se conocen hasta el momento varias estructuras. En la parte más elevada se localiza el “caput aquae”, un gran depósito rectangular de almacenamiento, en parte tallado en la roca, que recogía el agua de un manantial que fluía en forma de cascada, hoy en día prácticamente seco.
Seguidamente se disponen las “piscinae limariae”, conjunto excavado parcialmente compuesto por nueve piscinas abovedadas, que tendrían la función de limpiar mediante decantación el agua proveniente del anterior depósito.
A través de un acueducto, el agua limpia pasaba a un depósito situado en una terraza inferior de la ladera, el “castellum aquae”, donde era almacenada y posteriormente distribuida a través de acueductos que aún se conservan.
Desde el punto de vista estructural en el yacimiento se identifican varios grupos:
1. Muralla.- Rodeaba toda la ladera oeste del Cerro del Moro. En la actualidad el grado de destrucción es muy elevado, sin embargo, se conserva varios lienzos que delimitan el espacio fortificado, además de un torreón y una de las entradas a la ciudad, ambos al norte.
2. Estructuras vinculadas con el área de hábitat de la ciudad, caracterizadas por lienzos de muros visibles que aterrazan la ladera oeste.
3. Castellum Aquae. Así es como se conoce el complejo que integran las diferentes cisternas, que otorga a su vez ese carácter tan singular al yacimiento.
- Necrópolis.– Como no podía ser de otro modo, se dispone al exterior del recinto amurallado, en concreto al norte y noroeste del mismo. Destacan los restos de al menos cinco mausoleos, cuyo estado de conservación es variable, pero que en general oscila entre regular y bajo.
- Cisternas externas al recinto fortificado.- Se trata de los restos bien conservados de una cisterna y los muy deteriorados de otra, próximas la una a la otra en un área amesetada al sur del Cerro del Moro.