En el 1837 había quinientas pequeñas empresas mercantiles y de elaboración de vino en Jerez de la Frontera. A finales del siglo XVIII un suizo miembro de la pequeña nobleza, Pedro Domecq, fue a ayudar al primo de su madre, Juan Carlos de Haurie, comerciante en vinos de Jerez. El anciano murió; de Suiza llegaron hermanos y primos. Después de la desamortización de 1837 la familia adquirió propiedades.
El cónsul británico en Cádiz de fines del siglo XVIII, sir James Duff era un exportador de vinos en El Puerto de Santa María y fundador de la compañía Duff-Gordon. Manuel María González Ángel, estableció la “Sacristía”, que había pertenecido a una iglesia desamortizada. Compró otras bodegas más viejas, adquirió viñedos y se asoció con el importador inglés Robert Blake Byass.
Desde 1837 familias de comerciantes británicos empezaron a invertir en empresas navieras y en bodegas, aportando a menudo capitales para la compra de viñedos cuando estos se ponían a la venta. George William Suter se trasladó a Jerez hacia mediados de siglo, constituyó la empresa Cramp Suter y Cía. Como empresa naviera para el comercio de jerez y se quedó en la ciudad al frente del negocio y como vicecónsul británico y consejero del distrito. Igual que éstos, muchos otros ingleses crearon compañías locales, se enlazaron por vínculos matrimoniales con productores españoles de jerez y construyeron la burguesía anglo andaluza. Nombres como los de Patricio (Patrick) Garvey, junto con los de González y Domecq, llegaron a convertirse en sinónimos del jerez.
FUENTES: T. Kaplan, otros.