En el suelo, junto a un banco de la Avenida Alcalde Álvaro Domecq, a la altura del Instituto de Enseñanza Secundaria Padre Luis Coloma, hay un objeto pequeño que atrae mi atención. Me agacho y lo recojo, es un lápiz USB que alguien ha extraviado. En casa examino su contenido, hallo que guarda en su interior el borrador de un libro escrito en archivo Word; tiene un curioso título: “Los grandes embustes de Jerez”.
Pronto sucumbo a su contenido en el cual el autor te lleva, con una narración graciosa, a las interioridades de la ciudad y al modo de ser de los jerezanos. Empieza diciendo que los locales no son racistas, sino clasistas. Que el pobre de medio pelo jerezano le gusta ostentosamente aparentar (imitar) ser señorito (rico) cuando realmente está seco como una mojama de Barbate. Afirma el anónimo escritor que del auténtico Jerez, solo lo saben o conocen: los camareros, las putas y los taxistas.
El libro se encuadra en la misma línea de opinión de Eloy Baztarrica cuando dice que en Jerez: “Que no te falte un pimiento ni un clavel. Tu pelo engominado y tus gemelos bien abrochados, a ti que no te falte de na; pero el buzón lleno de avisos de corte de luz y de gas”.
En Jerez, agrega Baztarrica, se es así. Mantener las apariencias antes que otra cosa, que no se note que no puedes salir a comer y a disfrutar; que nadie hable malamente; que nadie diga que no tienes un duro. Porque como todo el mundo sabe, el dinero es sinónimo de calidad personal. “Que no se note que estamos tiesos, hombre; y brinda, compare, que cimbreen los catavinos al chocar. Que no se note que eres un tieso”.
“El tieso jerezano”, es una figura local propia de profundo estudio, digna de ser recogida en obra literaria o serie televisiva. La imagen estereotipada del “tieso jerezano”, algún listo la patentará. Yo apuesto a que sea declarada patrimonio de la humanidad, a mí personalmente me resulta entrañable.
FUENTE: Antonio Junquera Barea, Eloy Baztarrica, otros